En el monasterio de Suso, un cenobio visigótico del siglo VI, se encontraron las primeras frases escritas en estas lenguas; y en el de Yuso se mantuvo durante siglos uno de los principales «scriptorium» de la Península.
El 4 de diciembre de 1997, en la ciudad italiana de Nápoles, la XXI Convención del Patrimonio Mundial de la UNESCO aprobaba la entrada en su lista de Patrimonio de la Humanidad de los monasterios emilianenses.
En el caso de San Millán se trataba de una aspiración de años para que los dos cenobios riojanos tuvieran el reconocimiento a su papel determinante en la historia de España, de las comunidades religiosas de la península y, sobre todo, de la lengua española.
Una vez conseguido el reconocimiento de la UNESCO, comenzó un trabajo muy intenso que prácticamente no se ha interrumpido en 15 años, en el caso de las restauraciones, y que también ha buscado asentar a San Millán de la Cogolla como un centro cultural de investigación en el español.
Para ello, anexo al Monasterio de Yuso, se creó el Centro Internacional de Investigación del Español (Cilengua), que se ha convertido en el primer centro del mundo en su campo de investigación y que organiza actividades de repercusión internacional en torno al idioma.
Inversión
Para ofrecer la mejor imagen posible a los visitantes, en los dos monasterios comenzó en 1997 una intensa labor de restauración que prácticamente ha terminado. Desde entonces se han invertido en los monasterios 20 millones de euros, con los que se ha actuado de forma integral en ambos, primero en el de Suso, que permaneció cerrado más de dos años, y luego en el de Yuso, cuyo plan director está ya finalizado.
La inversión ha correspondido principalmente al Gobierno de La Rioja, unos 12 millones de euros, mientras que el resto lo han aportado diferentes ministerios, fundaciones, grandes empresas y la Orden de Agustinos Recoletos, que mantiene una comunidad en Yuso encargada del turismo, el mantenimiento del edificio y la atención espiritual de los pequeños pueblos del valle emilianense.