P.- Hermana Myrian: ¿qué hacían en Roma tantas superioras generales juntas?
R.- Era la Asamblea General de la UISG. La UISG es la Unión Internacional de Superioras Generales, que cada tres años realiza en Roma una asamblea plenaria, con el fin de reflexionar juntas sobre un tema elegido y preparado con anticipación a partir de las inquietudes, previamente recogidas, de las 1972 superioras inscritas en la organización.
P.- ¿Cuál era el tema de este año?
R.- El tema era: «No será así entre vosotras» (Mt. 20,26). El servicio de la autoridad según el evangelio. Muy evangélico, por una parte; y también muy de actualidad, porque nos preguntábamos cómo tiene que ejercitarse la autoridad en los tiempos que vivimos.
Se movía, además, a varios niveles. Buscaba ante todo indicar un derrotero a las superioras generales. Pero también, por reflejo, se pensaba en quienes están al frente de una provincia, delegación o región; y también en las mismas superioras locales.
Seis idiomas
P.- ¿Cómo se desarrolló la Asamblea?
R.- Comenzó el día 3 de mayo con la acogida a las superioras que asistían por primera vez, con la presentación de la organización de la UISG y la inscripción. Ya en la tarde se dio inicio formal con las palabras de la presidenta, la presentación del programa y la presentación por mesas.
Las 820 asistentes estábamos distribuidas en mesas de trabajo conformadas cada una por diez personas y agrupadas según la lengua. En cada mesa se disponía de traducción simultánea a seis idiomas.
Cada día se iniciaba y se finalizaba con un momento de oración, siendo el inicial de media hora y el de la tarde algo más breve. Los temas, elegidos de acuerdo con la temática del día, ya indican por dónde avanzó la Asamblea: “Escuchar, Lavatorio, Discernimiento, Comunión y Misión”. Los cantos se hacían en diferentes lenguas, con estribillos fáciles de acompañar aun sin saber el idioma.
P.- ¿Había participación? ¿Tenían ustedes la posibilidad de intervenir?
Superioras generales de la mesa 46 R.- A lo largo del encuentro, se fue construyendo un clima de fraternidad y cercanía gracias a las intervenciones que se hacía después de cada conferencia, en respuesta a los interrogantes planteados por la expositora o la moderadora del día. Y, al final de la Asamblea, cada mesa también presentó un elenco de criterios, ideas, intuiciones que consideraba importantes como orientaciones para la misión durante los años 2013-2016. Ciertamente, participación hubo, y fue muy enriquecedora, por la posibilidad de compartir con tanta variedad de congregaciones, por la escucha de la realidad de la vida religiosa femenina, por conocer intentos y experiencias que se van realizando al tratar de responder a los nuevos retos.
P.- Intervino también el cardenal prefecto de la congregación vaticana, ¿qué le pareció?
R.- La participación del cardenal prefecto, João Braz de Aviz, tuvo como hilo conductor el responder a las preguntas formuladas por la asamblea a través de las mesas de trabajo. Fue muy cercano y fraterno, no sólo respondiendo sobre posturas y criterios, sino también dejando ver las propias emociones. Destacó la cercanía del Papa y la confianza que tiene en las personas con quien trabaja.
Alegría con el Papa
P.- ¿Y qué nos dice de la audiencia que tuvieron, para ustedes solas, con el papa Francisco? ¿Se notó que él también es religioso?
R.- Había gran expectación por la audiencia con el Papa, ya que iban a ser sus primeras palabras a la vida religiosa y, más en concreto, a las religiosas. Fue recibido en medio de aplausos y todas seguimos muy atentas su alocución. Dejó muy claro el principio que da solidez a la vocación, que no es otro que la llamada del Señor. Pero también insistió en la necesidad de responder con la adoración y el servicio; adoración a Dios y servicio a Él en el hermano.
Envió un saludo muy especial a todas las hermanas de los institutos allí representados, y de manera especial a las enfermas y a las jóvenes. En tono coloquial y pidiendo disculpas, nos dijo que fuéramos madres y no solteronas, a lo que todo el auditorio respondió con una carcajada, entendiendo lo que quería decir. Y no dejó de echar un piropo al conjunto de las religiosas: “¡Que sería de la Iglesia sin vosotras!”, dijo.
P.- ¿Cuál es su balance final de la Asamblea?
R.- A nivel personal, puedo decir que esta Asamblea ha sido un regalo adornado con muchos otros regalos. Un regalo para mí, por las experiencias vividas; pero, a la vez, también espero que lo sea para nuestra congregación MAR en la medida en que a todas nos apasione vivir en forma madura nuestra consagración, nuestras relaciones y por lo tanto nuestro servicio. Me refiero a una madurez humana, que va de la mano con una madurez a nivel evangélico.
Los temas que se iban sucediendo me dejaban por un lado el anhelo de seguir en búsqueda de formas que respondan a los necesitados de hoy, porque sus necesidades son los indicadores de nuestro lugar de presencia y de misión. Y me dejaban también la inquietud por poder acertar a compartir la temática a todas nuestras hermanas, intentando con ellas seguir haciéndonos cada vez más pequeñas, más sencillas, más servidoras, porque esto es lo que Jesús enseñó con su vida y nos dejó como testamento.