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Santos agustinos recoletos, bajo la atrevida y exótica mirada de un artista callejero de Filipinas

El santoral agustino recoleto concentra buena parte de sus festividades durante la segunda quincena de agosto y primeros días del mes de septiembre. Varios de los grandes santos agustinos se suceden en un rápido carrusel de pocos días.

El 17 de agosto se celebra a santa Clara de Montefalco, modelo de las monjas contemplativas. El 19 es san Ezequiel Moreno, ejemplo de religioso y pastor. El 27 recuerda la Iglesia a santa Mónica. El 28 celebra a su hijo, san Agustín. Ya en el mes de septiembre, el día 4 coincide la solemnidad de la Madre de la Consolación, patrona tanto de la Orden Agustina como de la de los recoletos y especialmente de sus fraternidades seglares. Y el ciclo, en fin, podríamos cerrarlo el día 10 de septiembre, fiesta de san Nicolás de Tolentino, el primero de los santos agustinos.

Aprovechando estas festividades, la Orden recupera alguna de las galerías de la iconografía agustiniana. Y, de entre las muchas existentes, antiguas y modernas, de formas y estilos diversos, la que se puede considerar más novedosa y exótica.

Artista callejero

Viene de Filipinas y se debe a la gubia de un artista callejero, de nombre Nero Desamparado. O, más bien, se debe a un feliz encuentro de Desamparado con Jaazeal Jakosalem, el recoleto artista Premio Nacional de Ecología que hace 10 años descubrió su estilo único y le pidió tallar varios santos agustinos recoletos.

Nero vive en Talisay, a siete kilómetros de Bacólod, la capital de Negros Occidental, en las Islas Visayas. La fiesta más popular de Bacólod es el Masskara Festival, que tiene lugar del 1 al 20 de octubre; una especie de carnaval en el que el elemento común son las máscaras. Y a esto, a hacer máscaras y venderlas por las calles de Bacólod, se dedica Nero.

Santos retratados en grandes paneles de madera

Los santos agustinos recoletos que ha labrado eran todo un reto, en comparación con las máscaras. Se trata de grandes paneles de madera de más de metro y medio por unos 70 cm de ancho. Usa madera de acacia curada sobre la cual labra la imagen del santo rodeada de sus atributos iconográficos. Todo ello, envuelto en un ambiente tropical cuajado de motivos filipinos: montañas, mares, ríos, hojas de banana etc.

La composición iconográfica es sencilla y tradicional. Nada de especial tiene la de san Ezequiel Moreno, que reúne sus elementos más tópicos: la barba, su indumentaria de fraile y obispo y el corazón coronado de su escudo episcopal. La Virgen de la Consolación sostiene a su Hijo mientras, entre los dos, muestran la correa que le es característica. Más original resulta san Nicolás de Tolentino que, a sus atributos ordinarios de los panecillos y la perdiz, añade unas margaritas, una iglesia y el sol, en vez de la estrella que le sería propia. Quizá el de composición más curiosa es san Agustín, que parece recrear la escena del jardín, por más que el Santo aparezca escribiendo, no leyendo.

Lo que resulta impactante de la obra de Nero Desamparado es el diseño, junto con el colorido. Se trata de arte étnico, que aúna el dibujo simple con un colorido vibrante y la decoración delicada que toma del sustrato indígena filipino. Su efecto cobra fuerza, incluso, sobre el rústico soporte de tablones, muy apto para transmitir la sensación de una santidad robusta y encarnada en la naturaleza ingenua salida de la mano de Dios.

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