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La monja agustina recoleta sor Mónica de Jesús, homenajeada en el 50 aniversario de su muerte

Un solemne triduo fue el pórtico para la gran celebración del 15 de junio, con tres días en los que a las ocho de la tarde se celebró la eucaristía de acción de gracias al Señor por el don de la vida de sor Mónica.

Los dos primeros días fueron presididos por el padre Alfredo Arce, agustino recoleto residente en Granada, quien perfiló aspectos de la espiritualidad de la venerable basándose en las lecturas litúrgicas de cada día.

Primer día

El día 14, coincidiendo con la fecha exacta del cincuentenario, fue el padre Miguel Miró, general de los agustinos recoletos, quien con una iglesia ya abarrotada de devotos de sor Mónica y rodeado de dos padres provinciales (Javier Jiménez y Daniel Ayala) y otros ocho religiosos de la misma Orden, la presentó como “regalo insigne de la Trinidad a la Orden”, tras una vida centrada en la vivencia espiritual de ese santo misterio.

Al final, Tere Calvo, en nombre de una treintena de peregrinos llegados del pueblo natal de sor Mónica, encabezados por su párroco, el prior del convento y el alcalde, declamó una poesía, mitad oración y mitad exaltación de la venerable.

Segundo día

El 15 de junio, fiesta de la santísima Trinidad, contaba ya una hora antes de las 12:00 con una iglesia conventual rebosante de fieles, hasta ocupar parte de la calle y del vestíbulo.

La devoción y la expectación era máxima y a mediodía dio comienzo la solemne celebración con toda la grandeza de la liturgia católica (presbiterio con ramos de flores, incienso, música, luces, ornamentos) bajo la presidencia de monseñor Ramón del Hoyo, obispo de Jaén, rodeado de una corona de 16 sacerdotes, doce recoletos y cuatro diocesanos.

Los alcaldes de Baeza, Leocadio Marín, y de Monteagudo, Mariano Herrero, y la presidenta de la Asociación de Amigos de sor Mónica, Catalina Raya, encabezaban a los fieles participantes, mientras que el coro, dirigido por el director de la banda de música de Baeza, el compositor Martín Morales Lozano, guió los cantos de una asamblea entusiasta.

Un marco de “fervor religioso”

El señor obispo se congratuló de celebrar la gran fiesta de la santa Trinidad en un marco de “fervor y entusiasmo religioso”, recordando que era la jornada de los contemplativos, que centran su vida en la adoración a las tres divinas Personas (Padre, Hijo y espíritu santo), como las monjas del convento, y como lo vivió sor Mónica.

El obispo trazó el perfil físico y espiritual de la santa monja, “recia, alta, serena, equilibrada, humilde, cercana, sencilla, divina y humana, trabajadora y mística”, y la presentó como modelo de cualquier vida de nuestro tiempo.

Al final todos rezaron la oración pidiendo la pronta beatificación y canonización de la venerable y se concluyó con el canto del himno a sor Mónica, compuesto para el cincuentenario, con letra de Javier Legarra y música del mencionado maestro Martín Morales.

El entusiasmo se trasladó a un parque cercano al convento, donde se ha elevado una estatua en bronce a sor Mónica, obra de don Antonio Pérez, promovida por la Asociación y costeada por suscripción popular.

Los alcaldes de Baeza y de Monteagudo y la presidenta de la Asociación fueron los encargados de descubrir la estatua, para que posteriormente el señor obispo la bendijera y alentara a los presentes a encomendarse a sor Mónica y a pedir a Dios un milagro que lleve a su beatificación.

Satisfacción de los alcaldes

El alcalde de Baeza manifestó el “orgullo” de tener a sor Mónica como una baezana ilustre, “pues amó la ciudad y a sus gentes y allí se santificó”, por lo que se expresó “gustoso” de colaborar en el monumento.

Por su parte, su homólogo en Monteagudo recordó a sor Mónica como uno de los mejores timbres de gloria de la villa Navarra, aludiendo también a la madre Esperanza de la Cruz, igualmente en proceso de canonización, y a monseñor Javier Ochoa, primer obispo de Kwheite, ambos coetáneos de sor Mónica.

El colofón fue una vibrante jota navarra interpretada por el grupo de peregrinos paisanos de sor Mónica, poniendo un broche de oro al esforzado homenaje de la Asociación de amigos de sor Mónica y de la comunidad de recoletas, en la que todavía hay cinco miembros que convivieron con la venerable.

Perfil de sor Mónica de Jesús

Basilia Cornago Zapater nació en Monteagudo (Navarra), un pueblecito impregnado de la espiritualidad agustino-recoleta (allí residía el noviciado de la congregación) un 17 de mayo de 1889, en el seno de una familia cristianísima.

A los 17 años asistió, devota y curiosa, al funeral de San Ezequiel Moreno, personaje que influiría como modelo en su espiritualidad.

Cuatro años más tarde, en 1910, ingresó en el convento de agustinas recoletas de Baeza, y desde el principio supo conjugar sus humildes trabajos de hermana de velo blanco, en el corral o en la huerta, con una intensa vida interior, alcanzando un equilibrio admirable con el favor del Señor.

Humilde, sencilla, serena y equilibrada, el Señor le regaló gracias especiales. Siempre pendiente de las necesidades de sus hermanas en el convento, su vida fue una continua intercesión ante el Señor por las personas.

Murió a los 75 años (el 14 de junio de 1964), con amplísima fama de santidad, y quince años más tarde, el 8 de diciembre de 1979, se inició su proceso de canonización. San Juan Pablo II aprobó el Decreto de sus virtudes, por lo que canónicamente es merecedora del título de «Venerable».

Todos los 14 de cada mes la Asociación Amigos de Sor Mónica celebra una eucaristía de acción de gracias en la que se pide la pronta beatificación y es el motor de toda clase de actividades con el mismo fin.

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