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Reconocidas las virtudes heroicas de la Madre Esperanza Ayerbe, cofundadora de las Misioneras Agustinas Recoletas

Esperanza Ayerbe, monja del Real Monasterio de la Encarnación, en Madrid, y Ángeles García y Carmela Ruiz, monjas del Convento del Corpus Christi, en Granada, son las tres que dejaron en 1931 la vida sosegada del claustro para entrar en un ritmo de vida en el que las necesidades materiales, culturales y espirituales de la misión no permitían ni el descanso ni mirar para otra parte.

El 10 de diciembre de 1918 Esperanza Ayerbe hace su profesión religiosa con 28 años de edad, lo que significó para ella una entrega ardiente e incondicional a Cristo y a su cruz, como dejó bien expresado al elegir nombre en el momento de su profesión: Esperanza Ayerbe de la Cruz. Catorce años en el monasterio de la Encarnación alimentando sus deseos de entrega a Cristo fueron suficientes para que, ante la llamada de Mons. Francisco Javier Ochoa, su espíritu misionero se encendiera y se ofreciera para ir a la misión china de Kweitehfu.

Cerca de diez años, 1931-1941, permanece en China dedicada por entero a atender toda suerte de necesidades e irradiando bondad. Con este bagaje de experiencias misioneras y contemplativas funda, junto con el obispo Ochoa, la Congregación de Agustinas Recoletas Misioneras de María, abriendo una casa noviciado en Monteagudo.

La fundación de la congregación le obligó a tener que desplazarse a varios países para consolidar la naciente institución religiosa: Colombia, Venezuela, Argentina, Ecuador y Brasil. El 5 de junio de 1964 obtuvo la aprobación pontificia de la congregación.

Los últimos años de su vida Esperanza Ayerbe se vio envuelta en dura enfermedad que sobrellevó con serenidad hasta morir el 23 de mayo de 1967 en la casa madre que ella fundó en Monteagudo.

 

Reconocida como “sierva de Dios”

Ante la llamativa vida ejemplar de Esperanza Ayerbe, la hermana Rosa López, superiora general de las Misioneras Agustinas Recoletas, solicita en 1991 a la Congregación para la Causa de los Santos la autorización para abrir la causa de canonización de Esperanza. Concedida la autorización, se le faculta al padre Romualdo Rodrigo, postulador de la Orden de Agustinos Recoletos, para que entre en contacto con el arzobispo de Pamplona, monseñor José María Cirarda.

Los últimos años de su vida Esperanza Ayerbe se vio envuelta en dura enfermedad que sobrellevó con serenidad. Tres años más tarde, el 4 de septiembre de 1994, se clausuró el proceso diocesano de la causa de canonización y el 4 de abril de 1997 la Congregación de la Causa de los Santos la reconoció «sierva de Dios».

El actual gobierno general, que dirige la hermana Myrian Neira, con el deseo de darle a conocer aún más y de que su vida de virtud sea estímulo y ejemplo para las religiosas de la propia congregación y para todo el pueblo de Dios, decidió que se procediera a la exhumación de su cuerpo.

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