Desde los años 50 del siglo pasado, en las comunidades agustino-recoletas se recitaba a diario un padrenuestro “por nuestras misiones y misioneros de China”. El papa Benedicto XVI, en la carta que dirigió a la Iglesia china en mayo de 2007, manifestó su deseo de que en toda la Iglesia se rezara por los católicos chinos de forma especial cada 24 de mayo. Ese es el día en que se celebra la memoria litúrgica de Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos, venerada en el santuario de Sheshan, en Shanghai.
El pasado domingo, día 21, al finalizar el Regina Coeli, el papa Francisco recordaba la fecha e invitaba a todos a “elevar la mirada hacia María nuestra Madre”:
“El próximo 24 de mayo nos uniremos todos espiritualmente a los fieles católicos en China, para la fiesta de la Bienaventurada Virgen María “Auxiliadora de los cristianos”, venerada en el Santuario de Sheshan en Shanghai. A los católicos chinos, les digo: elevemos la mirada hacia María nuestra Madre, para que ella nos ayude a discernir la voluntad de Dios sobre el camino concreto de la Iglesia en China y nos sostenga en la acogida de su proyecto de amor con generosidad. María nos anima a ofrecer nuestra contribución personal por la comunión entre los creyentes y por la armonía de toda la sociedad. No olvidemos dar testimonio de fe por la oración y por el amor, permaneciendo abiertos en el encuentro y en el diálogo, siempre.
BENEDICTO XVI
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE SHESHAN
Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra,
venerada con el título de “Auxilio de los cristianos” en el Santuario de Sheshan,
a la que se dirige con devoción toda la Iglesia en China,
hoy venimos ante ti para implorar tu protección.
Mira al Pueblo de Dios y guíalo con solicitud maternal
por los caminos de la verdad y el amor, para que sea siempre
fermento de convivencia armónica entre todos los ciudadanos.
Con el dócil “sí” pronunciado en Nazaret tú aceptaste que
el Hijo eterno de Dios se encarnara en tu seno virginal
iniciando así en la historia la obra de la Redención,
en la que cooperaste después con solícita dedicación,
dejando que la espada del dolor traspasase tu alma,
hasta la hora suprema de la Cruz, cuando en el Calvario permaneciste
erguida junto a tu Hijo, que moría para que el hombre viviese.
Desde entonces llegaste a ser, de manera nueva, Madre
de todos los que acogen a tu Hijo Jesús en la fe
y lo siguen tomando su Cruz.
Madre de la esperanza, que en la oscuridad del Sábado Santo saliste
al encuentro de la mañana de Pascua con confianza inquebrantable,
concede a tus hijos la capacidad de discernir en cualquier situación,
incluso en las más tenebrosas, los signos de la presencia amorosa de Dios.
Señora nuestra de Sheshan, alienta el compromiso de quienes en China,
en medio de las fatigas cotidianas, siguen creyendo, esperando y amando,
para que nunca teman hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús.
En la estatua que corona el Santuario tú muestras a tu Hijo
al mundo con los brazos abiertos en un gesto de amor.
Ayuda a los católicos a ser siempre testigos creíbles de este amor,
manteniéndose unidos a la roca de Pedro sobre la que está edificada la Iglesia.
Madre de China y de Asia, ruega por nosotros ahora y siempre. Amén.