El autor de la nueva pintura de Santa Magdalena de Nagasaki explica que en el lienzo se puede ver una mujer físicamente hermosa y de forma glorificada tras el martirio
Desde el pasado 20 de octubre la Orden de Agustinos Recoletos cuenta con una nueva representación de Santa Magdalena de Nagasaki. En la festividad de la santa mártir se presentó y bendijo la pintura ‘Magdalena, flor del Fujiyama’, obra de Fr. David Conejo. En ella se puede observar a Santa Magdalena con un rostro juvenil y dulcificado sosteniendo la palma, símbolo del martirio.
“Mi intención está en transmitir esa fuerza y esa valentía de Magdalena”, explica el autor de la obra. Uno de los motivos por los que decidió retratar a Santa Magdalena fue porque apenas hay pinturas de la mártir. “Ninguna de ellas me satisfacía cuando lo comparaba con la fuerza de su testimonio, quería aportar algo más”, dice.
Una santa de su misma edad
La razón que le hizo decantarse finalmente por Santa Magdalena de Nagasaki fue su edad. Y es que el autor tenía la misma edad que la santa cuando murió martirizada: 23 años. “Fue un impulso que me hizo pensar cómo sería mi testimonio si yo ahora tuviera que pasar por lo mismo”, indica.
Así comenzó el 18 de octubre de 2016 –fecha de la canonización de Santa Magdalena- un proceso que ha culminado con la presentación de la nueva obra un año y dos días más tarde.
La idea original sufrió cambios
La pintura original no se corresponde con la final. David Conejo que han cambiado algunas cosas respecto al primer boceto. En primer lugar, el fondo. Era más luminoso que ahora, que muestra ligeramente el monte Fuji. “La penumbra en la que está inmersa nos quiere decir que es un faro para nosotros”, explica.
El cuadro muestra una mujer “físicamente hermosa”. El autor ha querido seguir los relatos del martirio que dicen que tenía una belleza poco usual. “Su belleza podía provenir de esa forma de ser, de la cercanía con la gente, de la pasión por su fe”, relata.
Glorificada tras el martirio
El momento en el que es representada la santa mártir es posterior al martirio. “No se ve a la Magdalena física que sufrió sino a la Magdalena glorificada que en su momento extiende su mirada hacia lo que acaba de pasar”. David Conejo concreta: “Está celebrando el premio de la victoria”. Por ello la palma que sostiene entre sus manos no está definida sino muy clara, como algo que acaba de suceder.
El autor se centra en un detalle. Son sus labios entreabiertos. Estos quieren decir la frase de Jesús “nadie me quita la vida, soy yo el que la doy voluntariamente”.
De todo, Fr. David Conejo destaca de la vida de Santa Magdalena de Nagasaki “la decisión de seguir a Cristo con pasión”, lo que resume en su capacidad para soportar el martirio durante 13 días.