Las hermanas agustinas recoletas contemplativas han celebrado durante este año el 25 aniversario de su llegada a Bacólod, en Filipinas. Durante las celebraciones, el objetivo primordial ha sido reforzar la espiritualidad interior
“Vinimos hace 25 años un grupo de monjas agustinas recoletas procedentes del convento de León (España), aunque venían dos de México”, recuerda Sor Lourdes. Ella junto a cuatro hermanas más –Sor Carmen, Sor Elena, Sor María José y Sor Josefina- aterrizaron en Filipinas el 11 de agosto 1992 para formar el primer convento de clausura agustino recoleto en Asia. La oración y la vida en comunidad son las únicas y principales labores de las hermanas del monasterio de San Ezequiel Moreno de Bacólod, formando una sola mente y un solo corazón.
La gente de esta ciudad filipina tiene en estima a las agustinas recoletas contemplativas tras 25 años. “Cuando llegamos nos recibieron con mucho cariño, se sentían importantes de que hubiera un nuevo monasterio en la ciudad”, cuenta la hermana. En las celebraciones por el aniversario, los habitantes de Bacólod abarrotaron la pequeña iglesia del monasterio y hubo muchos que tuvieron que seguir la eucaristía desde la explanada mediante pantallas. “Es gente muy piadosa y generosa, nos tratan muy bien”.
A las afueras de Bacólod
El monasterio se encuentra lejos de la vida de la ciudad. Se hizo así siguiendo los consejos del entonces obispo de Bacólod Mons. Camilo Gregorio. “Dijo que aquí la gente es muy bullangera, muchas salas de fiesta, y para nuestro estilo de vida era mejor estar separadas de la ciudad”, dice Sor Lourdes, quien añade: “Preferíamos cerca de las casas de formación, por algo lógico”.
Los primeros tres años vivieron en una casa en el barrio de Villamonte. “Era una casa bonita pero había muchas ratas”, dice de manera anecdótica Sor Lourdes. Allí estuvieron hasta que 28 de mayo de 1995 –festividad de la Ascensión del Señor– llegaron al monasterio ya terminado. Lo primero que hicieron fue adecuar una habitación con vistas al mar para situar ahí la capilla interna y colocar el sagrario.
Se valoraron distintos lugares –entre ellos Cebú–, así como distintos nombres. El Consejo Federal de las hermanas agustinas recoletas contemplativas pensó en Nuestra Señora de la Consolación aunque finalmente se eligió por mayoría el nombre de San Ezequiel Moreno, influenciado principalmente porque dos meses más tarde el obispo agustino recoleto fue canonizado.
Una entrega completa a Dios
En el primer grupo de monjas que llegó a Filipinas se encontraba Sor Carmen, quien ahora es la madre priora. En la comunidad actualmente hay diez hermanas, ocho de ellas vocaciones procedentes de Filipinas: Quezon City, Manila, Kabankalán, Damaguete y Bacólod. “Tenemos una en el cielo, murió de Leucemia cuando solo tenía 28 años”, cuenta con la gracia propia de una hermana de clausura la priora del convento.
Sor Carmen es natural de México. Se unió a las agustinas recoletas contemplativas cuando era joven. Lo hizo por su cercanía, ya que estaba asentada en Colombia, y no tenía problemas con el idioma. “El Señor tiene sus planes y cuando llegamos a España nos dijeron que nos teníamos que ir a Filipinas y debíamos aprender inglés”. Esta decisión fue dura para la hermana, pero se decidió por su entrega completa a Dios.
Impulsar la espiritualidad, objetivo del aniversario
El objetivo que se han propuesto las agustinas recoletas para este aniversario ha sido simple: impulsar la espiritualidad de la comunidad. “Queremos tener más formación”, dice la madre priora.
La celebración principal tuvo lugar el 19 de agosto, festividad de San Ezequiel Moreno. Los días previos se realizó la novena en honor al santo agustino recoleto que da su nombre al monasterio. Predicaron cada día diferentes sacerdotes que han tenido algo que ver en estos 25 años con las hermanas agustinas recoletas contemplativas.
Entre ellos estuvo Mons. Camilo Gregorio. En la eucaristía resaltó la identidad de radical consagración que caracteriza a estas monjas filipinas. Todas ellas destacaron que se encontraba más envejecido.
“Invitamos a toda la Orden a que se unan a la acción de gracias por estos 25 años que no han sido fáciles, pero siempre está la gracia. Este año debemos crecer en la santidad y vivirlo con alegría e intensidad en esa entrega”, concluye la madre priora.