Los Agustinos Recoletos realizan en CARDI una labor de acompañamiento a enfermos y sus familias en Ciudad de México. Apoyan su situación otorgándoles una ayuda integral, para su higiene y descanso y su interior
CARDI es el Centro de Acompañamiento y Recuperación de Desarrollo Integral que los Agustinos Recoletos comenzaron en Ciudad de México en 2008. Aunque más bien CARDI es la casa para miles de familias que, con alguno de sus miembros hospitalizados, llegan aquí para recibir apoyo y ayuda integral.
La filosofía de CARDI está enraizada en el carisma de los Agustinos Recoletos. «Aquí hacemos presente ese carisma nuestro: hacemos una familia de la que ellos son parte y pueden venir, sentirse acogidos…», dice el agustino recoleto Víctor Mancera, administrador del centro. «Aquí encuentran un rato de sonrisa, de escucha, de comprensión, de compasión y de acogida». Así lo define Ricardo Magallanes, agustino recoleto que ha estado al frente de CARDI hasta hace algunas semanas, cuando ha sido sustituido Óscar Castellanos.
Entre sus cuatro paredes y tres plantas se ofrecen servicios que no se encuentran en otro lugar de la Colonia de Hospitales de la capital de México. Por un lado, el abrazo fraterno de los agustinos recoletos y voluntarios que diariamente acuden al centro con ganas de aportar lo mejor de sí y recibir las experiencias de las personas que llegan con sus dificultades.
Además del acompañamiento -clave para Eduardo Carballido, Coordinador general de CARDI- el centro ofrece la posibilidad de lavar la ropa, asearse, tomar un café o descansar. Son servicios importantes para las familias de enfermos llegados de muchos puntos del país y que pasar semanas fuera de su casa.
En CARDI, los pacientes de los hospitales de Ciudad de México y sus familias tienen acceso a especialistas, psicólogos y terapeutas, así como al dispensario médico donde obtienen, por un pequeño donativo, los medicamentos que necesiten, donados previamente por los benefactores de CARDI. Todo ello junto al acompañamiento de los más de 100 voluntarios dispuestos siempre a escuchar y abrazar.
Cada año pasan por CARDI alrededor de 52.000 personas. Miles de historias como las de Emilio Vargas y Alejandra de Jesús. El primero acude con su padre, que recibe casi diariamente terapia. Al centro de los Agustinos Recoletos llegan para descansar y asearse. Alejandra tiene a su hijo de dos meses de vida ingresado en el Hospital Siglo XXI. Su situación es complicada. Pierde de vista a su pequeño para acudir a CARDI, asearse, descansar y recibir el apoyo de los voluntarios.
María es voluntaria del dispensario médico de CARDI. «Cuando llegué pensaba que venía a ayudar pero me di cuenta que la que salía más ayudada era yo». Es su testimonio después de compartir muchos momentos con las personas que han pasado por el centro.
Ricardo Magallanes destaca las historias que ha conocido como su principal experiencia. «Preguntas que te hacen y que solo puedes responder con un abrazo. Es lo que más me ha marcado».