Prior general | Una palabra amiga

Amanecer en Palawan

El Prior general, Miguel Miró, ha comenzado su viaje pastoral a Filipinas visitando Palawan. Desde allí cuenta el recorrido y la actividad en sus primeros días en las islas

Al amanecer del día 12 de febrero llegábamos a Puerto Princesa, la capital de la isla de Palawan, en la zona sudoccidental de Filipinas. Me acompaña estos días René Paglinawan, un fraile que, además de revisar los libros oficiales, tiene facilidad para convertir el español en tagalo o inglés, según convenga. De esta manera, Filipinas abre la visita de renovación a las comunidades de la Orden.

El 2018 fue año de capítulo en todas las provincias; este año toca poner en práctica las decisiones tomadas. Una de las funciones del prior general es visitar las comunidades para conocer su situación. Es una buena ocasión para escuchar a los hermanos y reforzar así los lazos de comunión. La oración y el diálogo abierto propician el encuentro fraterno, el sentido de pertenencia y el desarrollo de un proyecto común.

Comenzar por Palawan ahora, cuando Filipinas se prepara para celebrar los 500 años de evangelización, es una manera de evocar el espíritu misionero de los Recoletos. No es sólo un gratificante recuerdo histórico; lo demuestra el hecho de que los misioneros agustinos recoletos estén de nuevo aquí. ¿Quién dijo “¡Palawan, misión cumplida!” cuando dejamos la Isla, hace más de 30 años. Volvimos hace ya casi tres lustros y la provincia de San Ezequiel Moreno acaba de incrementar su presencia.

Hemos visitado las comunidades de Inagawan,  Plaridel y Casian. En la primera de ellas, Inagawan, tres religiosos (Manuel Lipardo, Urbano Galanido y Néstor Raras) atienden la parroquia, con unas cien de comunidades de base. Allí se encuentra el Balon Pari, un manantial que, según cuentan, excavó san Ezequiel Moreno y que hoy todavía mana agua. Es lugar de peregrinación.

Hace apenas unos meses, se ha establecido una comunidad de agustinos recoletos en Plaridel. La forman los filipinos Regino Bangcaya y Christopher Gaspar, junto con el diácono nigeriano Benjamín Edobor. Llama la atención la iglesia en construcción, que hasta ahora sólo ha conseguido levantar los muros; junto a ella se encuentra un laberinto de entramados de madera que aloja la vivienda y las dependencias parroquiales. La comunidad atienden nueve barangays o barrios y una cincuentena de comunidades de base.

Al pasar por Roxas camino de Taytay estaba amaneciendo. El sol se imponía sobre las aguas del Mar del Sur de Filipinas. Su resplandor llenaba de esperanza a los primeros misioneros que llegaron allí en 1623. Y hoy sigue resplandeciendo. Nos decía el obispo de Puerto Princesa, monseñor Sócrates Mesiona, que hoy se recogen los frutos de aquella evangelización. El Obispo admira la labor misionera realizada en el pasado y valora muy positivamente que los Recoletos estén de nuevo en Palawan.

Para llegar a la isla de Casian hay que recorrer, entre el vaivén de las olas, más de treinta km en pump boat o motor bueraborda. Al llegar, nos esperaban en el embarcadero cerca de 200 personas que nos dieron la bienvenida con música y danzas populares. La comunidad religiosa es muy joven (Louie Gabinete, Niel Ryan Jarumay y el diácono Jorr Rabacal). Entre los tres atienden pastoralmente unas quince comunidades de las islas adyacentes. Al celebrar la eucaristía, la iglesia estaba abarrotada. La casa de Casian está en primera línea de playa y desde la balconada se divisa como el sol emerge y da luz y vida por doquier.

De vuelta en Puerto Princesa, nos alojamos en el Centro de Espiritualidad y Desarrollo San Ezequiel Moreno de las Hermanas Agustinas Recoletas (Augustinian Recollect Sisters). Hasta allí, el 16 de febrero, acudieron las fraternidades seglares (SARF) y las comunidades de Hermanas de Brooke’s Point, Narra y Puerto Princesa. Los que venían de lejos salieron  a las dos de la madrugada para participar juntos en la eucaristía a las 6,30 de la mañana y en el encuentro, a continuación, con el Prior General. En estas ocasiones se siente que la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús.

Con gratitud y esperanza, dejamos Palawan. Mientras el mar apacible o encrespado muestra al amanecer su inmensidad, en el bullicio del pueblo sencillo palpitan los corazones de tantas personas que rezan con devoción, trabajan y desean vivir en paz.

Miguel Miró Miró OAR
Prior general de la Orden de Agustinos Recoletos

 

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