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«El carisma agustiniano es uno de los principales de la Iglesia»

El Cardenal Baltazar Porras recibió el pasado 4 de diciembre el nombramiento de hermano general de la Orden de Agustinos Recoletos en Caracas. «Es un honor inmerecido», dice.

Agradecido, el Cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Mérida (Venezuela) y Administrador Apostólico de Caracas, recibió el pasado 4 de diciembre el nombramiento de hermano general de la Orden de Agustinos Recoletos. En la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe de Caracas, en la antesala de la festividad de la Recolección agustiniana, el Cardenal venezolano recibió su distinción acompañado del Prior provincial de la Provincia Santo Tomás de Villanueva, Miguel Ángel Hernández, y del vicario provincial en Venezuela, Eddy Polo.

Para el Cardenal, este nombramiento es «un honor inmerecido». Aunque en el documento oficial hace referencia a la figura del hermano general como un bienhechor de la Orden, él cambia el sentido: «Solo he recibido ‘bienhechurías’ de la Orden desde mi más tierna infancia». Baltazar Porras es antiguo alumno del Colegio Fray Luis de León de Caracas -de los Agustinos Recoletos- y desde siempre ha mostrado su cercanía a la Orden. Una cercanía que aprendió de su familia. «Recibo este nombramiento en nombra de mi familia, porque ese nexo con la Orden vino a través del contacto de mis padres con los agustinos recoletos», indica.

Además de por este reconocimiento, el Cardenal Porras está agradecido a los Agustinos Recoletos por la formación recibida. Asegura que está marcado «por los buenos ejemplos, ejemplos de entrega, de servicio, de autoridad y de sacrificio». «El carisma agustiniano está muy presente en la mente y el corazón de los que hemos tenido al dicha de pasar por alguna de sus instituciones educativas», dice.

Para él, la figura de San Agustín ha supuesto mucho. «San Agustín -explica- es uno de los grandes santos padres que uno tiene que estar continuamente rumiando». Siglos después, su pensamiento «mantiene una gran actualidad», sobre todo a través de su forma de vida que, considera», «es uno de los carismas principales de la Iglesia y de los más permanente». En este sentido, Porras hace un repaso por la historia de la evangelización de América Latina y concretamente de Venezuela; en todo este proceso remarca la labor de los Agustinos Recoletos.

El carisma agustino recoleto, como otros carismas, «están hecho para confluir todos en un gran río», dice. «La Iglesia -asegura- se construye en la diversidad del pueblo de Dios, y en esa diversidad hay muchas formas de expresar la vida cristiana».

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