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Mensaje del Prior General con motivo del día de San Agustín

El Prior General, Miguel Miró, recuerda que San Agustín enseña a «poner nuestra confianza en la misericordia del Señor». Además, llama a vivir «con alegría la vocación y la misión» de los Agustinos Recoletos.

Con motivo de la solemnidad de san Agustín felicito a toda la Familia Agustino Recoleta. Les animo a dar gracias al Señor porque Agustín, padre, maestro y amigo, sigue caminando con nosotros. Desde su experiencia, nos acompaña en la búsqueda de la Verdad, nos invita a volver al corazón y nos inspira para crear hoy nuevas redes de amistad, paz y solidaridad. San Agustín nos lleva a Cristo, el Maestro interior. En Cristo, nuestro corazón se llena de alegría y nuestra vida de esperanza y de felicidad.

Una Familia que sueña

El sueño de tener “una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios” es inquietud, es oración y es el deseo que sentimos en el fondo del corazón los jóvenes, los mayores y los ancianos de toda la Familia Agustino Recoleta. Nuestras comunidades, nuestras fraternidades y nuestras comunidades de jóvenes JAR, necesitan hoy soñar y vivir con alegría su vocación y su misión. La alegría del Evangelio brota en el corazón de aquel y de aquella que se encuentran con Jesús o se dejan encontrar por él. Podemos oír su voz al escuchar la Palabra, en la comunidad, en la Familia, en la fiesta y en el dolor. Le escuchamos al servir a los demás, en el clamor de los pobres y en el silencio de la Creación. Jesús nos manifiesta siempre el amor del Padre y nos infunde su Espíritu para que haya fuego, luz y vida en nuestro corazón. Por eso, podemos decir con san Agustín: “La felicidad, Señor, consiste en el gozo que viene de ti, que va a ti y que se motiva en ti. Esta es la felicidad, ni más ni menos” (Confesiones 10, 32).

Los jóvenes nos animan a volver al amor primero

Este año las Juventudes Agustino Recoletas cumplen 25 años. Las JAR son una propuesta, son un itinerario para jóvenes que desean crecer en la fe y en el amor con la espiritualidad de la Orden. La celebración de este aniversario es una buena oportunidad para dar gracias a Dios por tantos jóvenes que, a lo largo de estos 25 años, se han sentido llamados y han decidido vivir su vida cristiana unidos por lazos de amistad y fraternidad al estilo de Agustín. Éste era buen amigo de sus amigos, y junto a Alipio y Posidio buscaba la Verdad. En ellos tendrán siempre las JAR un referente de verdadera amistad.

Nos sentimos también muy agradecidos con los jóvenes y con las jóvenes que han respondido con amor e ilusión a la llamada personal de Jesús para vivir y seguirle en la vida consagrada. Damos las gracias a los que están en casas de formación y a todos los religiosos y religiosas jóvenes de la Familia Agustino Recoleta. Son el vino nuevo que requiere nuevos odres para no perder la vitalidad evangélica y la fuerza transformadora. Confiamos en ellos, no son el futuro, son ya nuestro presente y con ellos compartimos la vida y la esperanza.

Todos ellos llenan nuestro corazón de alegría y esperanza. El Papa Francisco dice a los jóvenes: “No hay que arrepentirse de gastar la juventud siendo buenos, abriendo el corazón al Señor, viviendo de otra manera. Nada de eso nos quita la juventud, sino que la fortalece y la renueva: «Tu juventud se renueva como el águila» (Sal 103,5). Por eso san Agustín se lamentaba: «¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva! ¡Tarde te amé!» (Confesiones 10, 27). Pero aquel hombre rico, que había sido fiel a Dios en su juventud, dejó que los años le quitaran los sueños, y prefirió seguir apegado a sus bienes (cf. Mc 10,22)” (Christus vivit 17).

Al acercarnos a san Agustín aprendemos todos a poner nuestra confianza en la misericordia del Señor y nos atrevemos a ser audaces haciendo nuestra la oración que él repetía en tantas ocasiones: “Dame, Señor, lo que mandas y manda lo que quieras” (Confesiones 10, 40). A través de la alegría y la generosidad de los jóvenes se puede renovar el ardor espiritual y el vigor apostólico de nuestras comunidades. “Los jóvenes pueden curar las heridas de la Iglesia y del mundo, devolviéndonos a aquella plenitud del amor al que desde siempre hemos sido llamados: los jóvenes santos nos animan a volver a nuestro amor primero” (Christus vivit 50).

Contagiemos vida y esperanza

Vivimos tiempos complejos por la pandemia del COVID-19 y por sus efectos en las personas y en la sociedad. En unos países sigue el confinamiento, en otros se inició la “normalidad”, pero se teme o se vive ya el rebrote de nuevos casos. La pandemia nos hace sentir pobres ante Dios, pone de manifiesto nuestra fragilidad y la vulnerabilidad de nuestro mundo. Reconozcamos a Cristo en la cruz de los que sufren el contagio y en la cruz de los que sufren la pobreza. Confiemos en la providencia del Señor y elevemos nuestra oración por las víctimas, por sus familiares y por el personal sanitario. Con humildad y sencillez demos razón de nuestra esperanza y seamos solidarios con todos aquellos que sufren y pasan necesidad.

Que el Señor, por intercesión de san Agustín, les infunda su Espíritu para superar todo desaliento y vivir la fe con alegría y renovada esperanza.

Miguel Miró OAR
Prior General

Roma, 28 de agosto de 2020

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