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«La única manera de no perder a nuestros hijos es orando por su fe»

Miles de madres en todo el mundo rezan cada día por la fe de sus hijos, siguiendo el ejemplo de Santa Mónica. Forman el grupo de Madres Mónicas, promovido por los Agustinos Recoletos.

Periódicamente los coros de oración de las Madres Mónicas se reúnen con un único fin: rezar por la fe de sus hijos. Siguiendo el ejemplo de Santa Mónica, rezan para que siga viva la fe de los hijos, tanto suyos como de otras madres. Así viene haciendo desde hace más de 20 años Ana María Espinoza de Vega, madre mónica de Perú. «Entendimos que la única manera de no perder a nuestros hijos en el mundo es orando por la fe de cada uno de ello», dice.

Las Madres Mónicas tienen clara su labor: ser faros espirituales para sus hijos. Para eso, Santa Mónica es su mejor referente. Benedicto XVI dijo en 2009 que «Mónica jamás dejó de orar por San Agustín y por su conversión». «San Agustín fue educado por su madre en la religión cristiana, -recordó el Santo Padre- cuyos principios quedaron en él impresos incluso en los años de desviación espiritual y moral». De la misma forma, este grupo de madres oran con insistencia por sus hijos y les educan en la fe. «Probablemente, su vida familiar no sea tan distinta a la que llevamos en nuestras casas. La gran diferencia es su vida de oración», indica.

Esta madre peruana forma parte de la Comunidad de madres cristianas Santa Mónica desde finales de 1997 cuando el movimiento de oración promovido por los Agustinos Recoletos llegó a los ministerios de la Orden de Lima. Posteriormente la Comunidad de Madres Mónicas inició su labor organizándose en Coros de Oración. Desde entonces, han dado continuidad en Perú al proyecto que comenzó en 1987 en Madrid, preocupándose por la salud espiritual de sus hijos. «Como iglesia doméstica, nuestros hogares podrían ser un semillero de vocaciones», manifiesta Ana María.

Incluso la pandemia no ha frenado su labor. «Solo el pertenecer a estos Coros nos ha ayudado a mantener la fe viva, como Santa Mónica», indica. Durante este tiempo han seguido manteniendo su comunicación por teléfono y por los medios digitales con las hermanas «animándonos unas a otras».

Para las Madres Mónicas, extendidas por más de 15 países, Santa Mónica es un modelo de vida. «Es ejemplo de mujer cristiana, de piedad y bondad, madre abnegada y preocupada siempre por el bienestar de su familia, aún bajo las circunstancias más adversas», explica Ana María. Siglos después, la madre de San Agustín sigue siendo un referente en la vida de las madres del siglo XXI.

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