Una palabra amiga

Agustín, Maestro de la Interioridad

La interioridad es una de las notas más importantes del pensamiento de San Agustín. Sobre este tema reflexiona el autor. 

Quienes hayan tenido la oportunidad de adentrarse en las obras de Agustín de Hipona, se habrán percatado que en muchas de ellas, por no decir en todas, la búsqueda de Dios o la interioridad ha sido una constante, tanto así que hoy podríamos decir que se ha convertido en una clave de interpretación. Por consiguiente, consideramos importante indicar el itinerario de Agustín en este proceso de búsqueda de Dios que a la vez implica la búsqueda de uno mismo, y así poderlo tener como un referente o mejor como un maestro que nos invita a vivir esta maravillosa experiencia de la interioridad.

Todo recorrido, por su misma naturaleza, tiene etapas que indican un comienzo, un desarrollo y un objetivo por alcanzar; en el caso que nos ocupa, Agustín por experiencia propia vivió este proceso en su reflexión sobre la interioridad. En un primer momento, el obispo de Hipona es heredero de la interioridad filosófica en la cual el método de volverse a sí mismo es muy importante, porque a través de él se llega a la verdad y a la sabiduría; por otra parte, la tradición filosófica cobra sentido en cuanto que es considerada como la sabiduría del mundo interior. Y es, precisamente, en este mundo interior donde el hombre, al recogerse interiormente, descubre que está llamado a una conversión moral, a una interiorización de los sentidos, y asimismo a la formación de la razón y de la memoria. Como segundo momento, dentro de esta tradición filosófica, la interioridad metafísica enseñada por los neoplatónicos le permite a Agustín abrirse al mundo del espíritu y de las ideas transcendentales en donde, por un lado, la trascendencia del ser verdadero, bueno y bello se identifica con el Dios Creador de la revelación cristiana, y por otro lado el hombre se identifica como el ser que existe, vive y entiende. Por último, nuestro santo con su conversión, se abre de manera más directa a los dones de la revelación, en los cuales el apóstol Pablo se convierte en su gran compañero y maestro. En sus escritos encuentra un vasto vocabulario teológico, en especial el del mundo interior y del hombre interior en el cual habita el verdadero Maestro, es decir, Cristo Jesús; quien enseña con palabras y acciones la verdad del hombre y de Dios. En esta misma línea no se puede dejar de nombrar la imagen del hombre exterior, que será importante en el pensamiento de Agustín, porque ayudará a crear la relación con el hombre interior. Tal relación radica en que los dos son creados a imagen de Dios; el hombre interior se asemeja a Cristo porque participa de su resurrección y el hombre exterior se compara a Adán porque participa de la muerte, la cual se renovará en la resurrección.

Este camino de aprendizaje sobre la interioridad en el pensamiento de Agustín, se convierte para nosotros en un referente seguro en el desarrollo de nuestro proceso de búsqueda de Dios y de nosotros mismos. Como hombres y mujeres inquietos por la verdad y la felicidad estamos llamados a descubrir y apreciar la vida interior que se nos ha dado desde el día de nuestro bautismo, que continúa en el trasegar de nuestra vida -la cual está marcada por gozos y fatigas- y que encontrará su fin en Dios mismo. Ante este panorama, nuestra misma experiencia de vida nos impulsa a preguntarnos: ¿Nos hemos dado la oportunidad de dialogar con nuestro hombre interior y a su vez con Dios mismo -que lo habita-, a pesar de las diversas actividades que día a día marcan nuestro diario vivir? Si estamos dispuestos a encontrar una respuesta, no dudemos tener como referente a Agustín quien, con su vida y experiencia, se ha convertido en Maestro de la Interioridad.

Jhon Eder Delgado OAR

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