Una palabra amiga

La misión continúa

A propósito del domingo mundial de las misiones, el autor reflexiona sobre la misión hoy y la llamada universal a ser misioneros en cada contexto.

Estamos finalizando el mes de octubre que es el mes de las misiones. Ya hemos celebrado, aunque con poca asistencia de fieles en algunas partes, y en otras sólo virtualmente, el Domund o domingo mundial de las misiones. Al decir misiones en seguida nos viene a la mente, la evangelización en los países en vías de desarrollo o de poco número de cristianos, como China, India, Japón o alguna otra nación africana. Este año por motivo del COVID-19 sin duda que la recaudación de las OMP va a ser mucho menor y las dificultades para ayudar a las iglesias necesitadas se verán el próximo año cuando no haya el respaldo económico ante las peticiones para construir capillas, templos, escuelas, hospitales o la formación de los seminaristas, que se apoyaban y sostenían con los aportes de esta colecta mundial.

Sin embargo, porque no obtengamos la colaboración económica que se esperaba no nos tiene que acobardar, sino que desde nuestra pobreza hemos de renovar las fuerzas para la evangelización. En enero del 2006 hubo un Encuentro de Misioneros de agustinos recoletos de Latinoamérica en Yopal, Colombia. Allí constatamos que nuestra Orden había reducido sus campos de misión y, sobre todo, el número de religiosos destinados en estos lugares de misión. Así también en nuestra prelatura de Chota desde los años 90 se habían cerrado los ministerios de Cutervo, Tacabamba y por último Huambos, restando sólo la comunidad de la parroquia Santa Mónica. Cierto que la Orden también se ha replegado en los colegios y ministerios parroquiales, pero veíamos que se estaba perdiendo el espíritu misionero cuando es algo esencial a nuestro carisma.

El origen de la misión, como muy bien señala, el Vaticano II radica en la Santísima Trinidad. El Padre envía al Hijo, como Salvador a morir por nosotros en la cruz, y el Padre y el Hijo envían al Espíritu Santo para nuestra santificación. Jesucristo, en el evangelio, nos dijo: “Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Notica a toda criatura” (Mc, 16,15). El primer obispo de nuestra prelatura Mons. Florentino Armas tenía como lema: “Da mihi animas et tolle cetera” (Dame almas y toma todo lo demás). Y esto ciertamente debe ser el ideal de todo buen misionero.

El P. Jesús Diez afirma: “De esta manera, la misión no consiste por necesidad en ir a otros países sino en vivir de manera diferente, testimoniando con su autenticidad lo que es cada uno y cada comunidad en nombre del evangelio y actuando en consecuencia lo cual no quita que esa salida a otros países sea un buen signo de la seriedad con que se asume esta obligación nacida al calor de una caridad que es universal” Dimensión misionera del carisma agustino recoleto, p. 411.

Esto se confirma si tenemos presente que la humanidad tiene más de 7,000 millones de habitantes y dado que sólo 1, 300 millones somos católicos, esto quiere decir que de 6 personas en el mundo, sólo una es católica y que faltaría mucho para que el orbe de la tierra sea plenamente católico. Por tanto, como leíamos en la revista Todos Misioneros que nos daban en el colegio apostólico San Agustín de Logroño, todos estamos llamados, donde quiera que estemos a difundir el evangelio comenzando por los que tenemos más cerca y que muchas veces, sucede con frecuencia, son los más apáticos o indiferentes.

Esta urgencia de la misión no tiene que hacer olvidar una prudente relación entre el recogimiento que nace del amor a la verdad y las actividades a que conduce la obligación de la caridad de modo que pueda haber entre ambas una auténtica comunicación fecunda. En la Recolección se da una unión natural entre los propósitos de perfección y la aventura de las misiones, como dos efectos complementarios de un mismo fenómeno espiritual. Por ende, que desde 1912 las Constituciones suponen un cambio de mentalidad haciendo más expresivas entre las leyes la dimensión apostólica. Admitido todo esto tampoco hemos de olvidar lo que dijo San Juan Pablo II: “El misionero ha de ser un contemplativo en acción”.

El Papa Francisco repetidas veces nos ha dicho que la Iglesia está llamada a ir a las encrucijadas de hoy, es decir, a las periferias geográficas y existenciales de la humanidad…Se trata de no apoltronarse en las formas cómodas y habituales de la evangelización. Lo cual viene a confirmar lo que ya había dicho en su Exhortación Evangelii Gaudium: “La actividad misionera es la tarea primordial de la Iglesia…; representa aún hoy día el mayor desafío, el paradigma de toda obra de la Iglesia… No podeos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos. Hace falta pasar de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera” (15). “Todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (20).

Entonces todos hemos de estar de acuerdo en que ser “Misionero es una experiencia de Amor por el Amor” como nos lo hicieron ver en el zoom de este domingo, 25 de octubre, que organizaron los promotores vocacionales de Perú, P. Hoimer y Fr. Gabriel en el que tuvimos como ponentes al P. Miguel Ángel Hernández, provincial, y al P. Jorge Quiroz, formador en México, donde se puso de manifiesto que lo importante es evangelizar con nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones.

Ángel Herrán OAR

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