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Con la fuerza y protección de los Santos

San Agustín, San Josemaría, Santa Mónica, San Óscar Romero… los santos más importantes para Alfonso Dávila Lomelí, en el momento más importante de su vida.

La profesión solemne y la ordenación diaconal son dos de los momentos más importantes de la vida de un religioso agustino recoleto. En el caso de Alfonso Dávila Lomelí, las dos celebraciones son aun más especiales por el día en que tienen lugar: la primera, en la solemnidad de Todos los Santos -el 1 de noviembre-; la segunda, en la festividad de Todos los Santos de la Orden -el 13 de noviembre-. Esta coincidencia no ha pasado desapercibida para el protagonista, que decidió incluir en la invitación para ambas celebraciones a los santos de la Iglesia y de la Orden que tienen algún protagonismo en su vida.

Once santos, además de Jesús y la Virgen María, presiden, en forma de dibujo, la invitación que Alfonso remitió familiares, amigos y religiosos. Por celebrar su profesión solemne como agustino recoleto en la solemnidad de Todos los Santos, ha querido tener presente a San Josemaría Escrivá, San Juan Bosco, Santa Teresita de Lisieux, San Óscar Romero y Santa Teresa de Calcuta. Asimismo, celebrando su ordenación como diácono en la fiesta de los Santos de la Orden, ha incluido a San Agustín, Santa Mónica, Santa Rita, San Nicolás de Tolentino, Santa Magdalena de Nagasaki y San Ezequiel Moreno. En el centro de esta original composición, Cristo y Nuestra Madre de la Consolación. La ilustraciones han sido realizadas por la joven artista Sara Ramiro.

El religioso ha querido de esta forma destacar aquellos santos que, de manera especial, han marcado su vida y su vocación. San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, marcó su adolescencia. «Me enseñó cómo vivir la santidad en la vida cotidiana», explica. «Para ser santo no hay que ser raro ni levitar; solamente tenemos que amar». Alfonso estudió en un colegio de Salesianos. Por eso incluyó también a San Juan Bosco: «Le tengo cariño por la alegría, porque nos enseña que tenemos que ser felices para amar a Dios».

 

Alfonso Dávila Lomelí en su ordenación solemne el pasado 1 de noviembre.

De San Óscar Romero aprendió «la santidad, el martirio y la entrega a Cristo por su pueblo». «Es un santo muy poderoso para el momento que vivimos», dice. También es poderosa e importante Santa Teresa de Calcuta, de quien aprendió «como entregarse seriamente a los pobres». Santa Teresa, pero de Lisieux, destacó en la vida de Alfonso por su espiritualidad sencilla. Recuerda sobre todo las flores que, según la santa, están en el cielo, que representan distintos estilos de vida y que todos ellos son igual de bellos y queridos por Dios. 

Como agustino recoleto, están presentes San Agustín y Santa Mónica, de la que destaca «la perseverancia en la oración». A éstos les acompañan Santa Magdalena de Nagasaki; San Nicolás de Tolentino, patrón de su provincia; Santa Rita, patrona de la parroquia donde celebrará su profesión y su ordenación; y San Ezequiel Moreno, quien descansa en el convento de Navarra donde Alfonso y varios jóvenes más realizan el noviciado.

Cristo aparece representado con dalmática de diácono y con la cruz de las Agustinas de la Conversión, que en el centro tiene un corazón recortado. «La cruz siempre estará vacía porque se necesita el amor para completarla», afirma. La Virgen María aparece bajo la advocación de la Madre de Dios de la Consolación, patrona de la Recolección agustiniana. «A ella le pido ser los braos de Dios que abracen a todos». 

Con estos santos y todos los de la Iglesia, Alfonso Dávila Lomelí dará dos pasos relevantes en su vida. El 1 de noviembre profesó solemnemente sus votos y el 13 de noviembre, de manos del obispo prelado de Lábrea, Santiago Sánchez, será ordenado diácono en la parroquia Santa Rita de Madrid.

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