Cercano a la fiesta de santa Rita, quiero centrar la reflexión en sendos puntos, sobre las correspondientes cuatro letras (RITA) que conforman el nombre de la Santa de Casia.
Como primer punto, nos fijamos en la letra R, que encabeza el nombre ROSA. Todos sabemos que, gracias a nuestra santa, las rosas regalo frecuente en esta fiesta. Rita, invocada como abogada de lo imposible, va unida a esa variedad de flor por un hecho excepcional. En invierno, cuando era extraño que brotara una rosa, la santa ya enferma recibía la visita de una prima. A la pregunta de esta sobre si deseaba algo, Rita le manifestaba el deseo de contar con una rosa que había en el jardín de su antigua casa. La prima va a buscarla, y encuentra una hermosa flor, que se mantiene fresca, plena de vigor y con aroma intenso que perdura hasta el fallecimiento de la Santa. La rosa de color rojo puede expresar la vida de la santa. Tradicionalmente, las flores de color rojo se asocian con la demostración del amor, con la pasión, y también con la energía y al coraje. Así fue nuestra santa: una mujer que desbordaba amor, apasionada y con energía y coraje extraordinarios.
El segundo punto tiene que ver con el determinante adjetivo ÍNTEGRO que encabeza la letra I. A nuestra santa la podemos admirar así: la persona integra cumple con su palabra, es leal, sabe controlar sus emociones, es honrada y coherente; en definitiva, una persona tal es capaz de realizar todo lo expuesto, ya que se respeta a sí misma y a los demás. Así era nuestra Rita: una mujer integra que, en las vicisitudes de su vida, dirigió sus emociones, y con fe y esperanza superó los momentos difíciles.
El tercer punto destacable según la secuencia de su nombre es la TOLERANCIA (T). Santa Rita fue una mujer tolerante, en el sentido de comprensiva ante las situaciones difíciles y adversas. Cuando le tocó vivir el momento de muerte de su marido, ella supo perdonar a los asesinos de su esposo. Según los criterios del momento, se habría tomado la justicia por su mano; sin embargo, gracias a su cualidad tolerante, ante tal situación de dolor, fue capaz de soportarlo y perdonar a los culpables. Algo análogo y más profundo fue el dolor de su herida en la frente, que ella en una arrebato místico ante la imagen de Cristo en la Cruz imploró compartir. Rita era capaz de tolerar tanto sufrimiento por su amor a Dios y al prójimo.
Y el ultimo punto es el AMOR. Hemos escuchado y cantado no pocas veces que al final de nuestra vida seremos juzgado por el amor que hayamos tenido. El propio Jesús nos dejó como mandamiento nuevo el amarnos unos a otros como él nos ha amado; por ello, reitera su invitación a permanecer en el amor. Rita escuchó y secundó esta invitación del Maestro. Toda su vida fue una expresión del amor a Dios: como esposa, como madre como religiosa… Los diferentes estados de su vida se desarrollaban a impulsos del amor. No era un amor a sí misma, sino que siempre iba dirigido a los demás; y de un modo incondicional, sin esperar recompensa.
Llevar una vida de tanto sufrimiento, es decir, marcada por la experiencia de la cruz, en realidad trasformó el dolor en una increíble expresión de amor que da sin pedir, y transformó a aquel en una fuerza arrolladora de elevación espiritual. Amor divino es el de quien alaba Dios a pesar de los sufrimientos; es la forma más pura y más alta de la caridad.
Resumamos todo lo expresado: Santa Rita manifiesta el gozo del perdón inmediato y generoso; de la paz amada, buscada como bien supremo; del amor fraternal intenso y sincero; de la extrema confianza íntegra y filial en Dios; de la cruz, llevada con Cristo y por Cristo. La Santa de Casia, pues, nos exhorta a confiarnos a Dios, para se cumplan en nosotros sus divinos designios.
Wilmer Moyetones OAR