La agustina recoleta contemplativa Alicia Correa sintió la necesidad de compartir fuera del convento todo lo que sentía en su oración con Dios. Ya ha escrito cuatro libros.
Dios habla. En cada circunstancia, en cada momento; a través de otras personas, en los hechos eventuales y en los cotidianos. Especialmente habla en la oración, en el encuentro personal con Él. Para escuchar sus palabras no hace falta decodificador ni grabadora, sino un corazón limpio y abierto a la escucha. Es una empresa complicada en una sociedad ruidosa e impersonal, pero cuando se consigue, Dios habla y golpea en lo más hondo, pues son palabras de renovación y vida.
En la vida contemplativa, constantemente y de forma continuada se habla con Dios y se le escucha. Los conventos de agustinas recoletas contemplativas dedican a orar al menos cinco horas al día. Alicia Correa decidió agarrar un bolígrafo y anotar en un papel todo lo que sentía durante sus momentos de oración. “Empecé a escribir anotaciones de lo que vivía con el Señor”. Dios le hablaba y ella redactaba. Así fue completando páginas cargadas de notas dictadas por el verdadero protagonista de esta historia, pues esta monja agustina recoleta no se considera más que una actriz secundaria.
“Como el carisma agustino recoleto es así de genial y San Agustín nos dijo que debemos compartirlo todo, lo material y lo espiritual, empecé a compartir mis notas con mis hermanas de comunidad”, recuerda. Y no se quedó en su convento. También enviaba el fruto de sus meditaciones al boletín interno y así fue llegando a otros conventos. Monjas y también laicos comenzaron a pedirle que no cejara, que continuara compartiendo. Le animaban a seguir escribiendo y a llegar a más gente.
¿Y si escribía un libro con todas estas reflexiones? La cuestión debía planteársela al que había pergeñado todo. “Le dije al Señor: Si esto quieres que sea obra tuya, ábreme el camino. Y me lo abrió”. La hermana Alicia no sabía cómo se editaba un libro, pero fue encontrando la ayuda que necesitaba. Recopiló todas las notas que había tomado, las ordenó y las publico con la Editorial Augustinus.
Se podría decir que la vocación de Alicia Correa no es la de escritora, sino la de “intermediadora” entre Dios y el mundo. Para ella, Dios está en primer lugar y ella siempre en segundo plano. Según asegura, solo ha recibido el don de expresar lo que Dios da. Sus libros están firmados por ella misma, pero la acción y la obra no es suya, porque lo siente como un regalo. Su objetivo en todo momento ha sido compartir “lo grande que es Dios y el amor que nos tiene”. “Siempre he tenido muy claro que la vida de contemplación no es para uno solo, sino para los demás: por eso rezamos por los demás; para sostener, con nuestra oración, la acción de la Iglesia”, dice.
Quiere a todos sus hijos de la misma forma, aunque cada uno es diferente, tienen una historia distinta y un contexto propio. El primero fue publicado en diciembre de 2011. El primero siempre es especial. En Tu luz en mi barro están las ideas sobre la espiritualidad contemplativa agustina recoleta. En otras palabras, el sustento de la vocación al estilo de vida que ella misma eligió hace algunas décadas. Su primer libro compagina las tareas comunitarias en el monasterio con el entusiasmo por los temas de espiritualidad. Incluso ha sido utilizado para la formación de las nuevas hermanas contemplativas.
Confirma entre risas que el segundo libro fue más fácil, pues ya sabía el camino. Todos somos peregrinos que caminamos hacia el amor. Cada peregrino carga con su propia mochila y por es necesario saber vivir ligeros de equipaje. Esta es la idea que expresó Alicia en Peregrinando hacia el amor. En sus páginas están expresadas numerosas situaciones por las que atraviesa el peregrino en su vida, siempre desde una visión de Dios. Según le han dicho, el Camino de Santiago con este libro es aún más fructífero y renovador.
La eucaristía es el centro de la vida contemplativa, el momento culminante del día y de la vida. Por eso, el tercer libro lo dedicó a Jesús eucaristía. Un corazón que late son meditaciones para los momentos de oración delante del Santísimo y que ayudan a comprender la grandeza del sacramento. “Al principio iba a ser una recopilación de oraciones para hacerlas con gente joven en grupos de oración, pero la idea no cuajó”, confiesa. Sin embargo, con el material realizó un libro para las personas que tengan la oportunidad de rezar ante el sagrario. Todos los textos están acompañados de una oración agustiniana.
Su último libro, por el momento, es Remanso de paz. “Es íntegramente hablando de la contemplación”, explica. El libro ayuda a descubrir el camino para alcanzar la contemplación en la vida cotidiana, sin necesidad de ingresar en un convento.
No es profeta ni evangelista, ni pretende serlo. Solo desea compartir con los demás las palabras que Dios le susurra a los oídos del corazón. Alicia Correa ha conseguido salir de la clausura para dar a los demás. Ha tratado de compartir y entregar su propia experiencia contemplativa, que no es más que su experiencia de vida. Porque, como dice en el primer párrafo de su primer libro, “la que eligió contemplar, eligió vivir”.
Por Carlos Santana