Una palabra amiga

Bajarse del caballo

Usamos estar expresión -bajarse del caballo- cuando alguien se cree mil y fanfarronea, y el otro le dice: Y ahora, ¿quién lo baja del caballo?

Son esas personas que les gusta pavonearse por pensar que son más que los demás, son aquellas personas por tener lo que tienen, parecen que son mejores que los demás, personas prepotentes y que pueden mirar a los otros por encima del hombro, que pareciera que estuvieran montados en un caballo, es por eso por lo que hay que decirle que se baje del caballo, o sea, que pise suelo, que todos somos hechos de la misma pasta, del mismo barro y que nadie es más que nadie.

En nuestro ámbito cristiano nos damos cuenta de que el mismo Señor por medio de la palabra de Dios, nos quiere enseñar a ser humildes, que no andemos montados en un caballo o en un burro para estar por encima de los demás.

Un primer ejemplo que podemos destacar es el del sirio Naamán, que ha tenido que bajar de su montura, de su carruaje, para que pueda ser sano de la lepra; él parte de su tierra a buscar una sanación, pero él se va con todas su posiciones, demostrando todo su poder, es más, cuando el profeta no lo recibió en su casa, sino desde afuera, eso lo  humilló, y, cuando le dijo que se metiera siete veces al río para sanarse, también ha cuestionado ese mandato del profeta, porque para él eso era una humillación, pero que ha tenido que  bajarse de su caballo y sumergirse en el río para poder quedar sano.

Al sumergirse en el río Naamán ha quedado limpio, pero no solo de la lepra, sino que ha sido liberado de su soberbia, de su arrogancia, es un hombre nuevo, que ya no necesita sus caballos para poder ser mejor que los demás, para ser una persona importante, sino al contrario, que baja de su caballería para ir al encuentro de los demás.

Un segundo ejemplo es el de Pablo, pero según la tradición de la Iglesia, a Pablo el Señor lo tumbó del caballo, los textos bíblicos no manifiestan que Pablo haya sido derribado del caballo, pero la tradición manifiesta que Pablo camino a Damasco ha sido arrojado por el Señor, tumbado del caballo.

Tomando ese dato de la tradición y de la iconografía antigua queremos destacar esta imagen para darle un sentido a la expresión bajarse de caballo.

Lo que podemos destacar de este ejemplo es que, la Sagrada Escritura presenta a Pablo como un hombre arrogante, bastante creído en su doctrina e ideología, y después que el Señor le ha hecho vivir esa experiencia fundante de encontrarse con el mismo Señor, se han roto todos sus prejuicios con el cristianismo y ha comenzado a ser una persona nueva, y se ha bajado del caballo de prepotencia. Y eso lo ha llevado a, en vez de perseguir cristianos, a anunciarles la buena notica de salvación a los gentiles.

La caída de Saulo lo ha llevado a dar un cambio radical en su vida, después de ser un perseguidor se convierte en un apasionado pregonero de la salvación que es capaz de decir: “Mi vida es Cristo y morir ganancia”. O ya no soy yo quien vive en mí es Cristo que vive en mí, y, además, “cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Con esa frase de cuando es débil es fuerte, nos damos cuenta de que Pablo ha experimentado la fragilidad humana, que no es ese hombre fogoso, enérgico, apasionado, que tenía esas ganas de comerse el mundo, a través de la persecución de los cristianos. Y a partir de esa pasión Dios se ha valido para que la canalice, llevando la Buena Nueva a los demás, y para que el mismo Pablo se dé cuenta que es Dios el que lleva los hilos de la historia, y cuanto antes aprendamos a vivir sincronizados con su voluntad, mejor para nosotros y para los demás.

En más, Dios es muy claro con Pablo, no le da su gracia para eliminar el obstáculo, sino que es para que soporte con humildad, nuestro Dios no necesita superhombres, quiere que confiemos en su gracia y nos fiemos de su amor.

Y el último ejemplo que voy a poner, y es el que a mí me gusta, es el del buen samaritano, que después de que han pasado dos hombres erguidos y orgullosos de su religión han pasado mirando por el hombro a un hombre herido por unos bandidos, pero resulta que después pasa un Samaritano montado en un caballo o burro y este hombre es capaz de bajarse se su caballería y atender a este pobre hombre malherido en el camino, este hombre se abaja del caballo y se hace cargo de este otro hombre que está sufriendo.

En realidad, cuanto nos falta a muchos bajarnos del caballo, para que podamos ser cercanos y solidarios de aquellos hermanos que sufren, pero nos encanta pavonearnos y nos cuesta ser humildes.  Jesús en la parábola del buen samaritanos nos dice: vete tú y has lo mismo.  Que nosotros podamos desestructurarnos de nuestra arrogancia y seamos capaces de bajarnos del caballo, y que seamos humildes para atender a aquellos hermanos que necesitan de nuestra vida.

En definitiva, el ser humano no tiene consistencia cuando vive a sí mismo y para sí mismo, sino cuando se halla abierto, cuando se “baja del caballo”, cuando se arriesga a salir hacia el otro, para que el otro pueda salvarse.

Wilmer Moyetones OAR

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