Prior general | Te contamos

Siete aspectos que destacar de la FSAR

El Prior general ha remitido una carta a los religiosos y la Fraternidad Seglar Agustina Recoleta con motivo de la festividad de Santa Magdalena de Nagasaki.

En el marco de la fiesta de Santa Magdalena de Nagasaki, mártir y patrona de la Fraternidad Seglar Agustina Recoleta, el Prior general, Miguel Ángel Hernández, ha remitido una carta a los religiosos y a la Fraternidad Seglar Agustina Recoleta, destacando el importante papel que tienen los laicos en la perseverancia del carisma agustino recoleto. En su escrito ha querido llamar a la reflexión y resaltar la vocación de los seglares agustinos recoletos.

Entre otras cosas, el Prior general indica en su carta que la función de los religiosos agustinos recoletos es el de «asesorar y acompañar», y son los seglares agustinos recoletos los que «tienen que tomar la vida en sus manos». «Eso no significa que queramos desentendernos de las Fraternidades, vamos a seguir caminando juntos». «Mi deseo -dice- es que esta carta nos desinstale un poco, nos remueva por dentro y suscite en todas nuestras Fraternidades un deseo sincero de crecimiento, de poner al descubierto y al servicio de los hermanos, toda la potencialidad escondida que existe».

Por todo ello, Miguel Ángel Hernández ha querido subrayar siete aspectos de la Fraternidad Seglar Agustina Recoleta que considera destacables:

1. La Fraternidad Seglar es una vocación laical que el Espíritu Santo ha suscitado en su Iglesia. Una vocación para vivir el Evangelio y nuestra vida cristiana desde la identidad carismática de los agustinos recoletos. Una vocación a la santidad. Ese es nuestro objetivo fundamental y la Iglesia nos dice que viviendo la Regla de vida con autenticidad es posible alcanzar la vida en Cristo. Buena prueba de ello es el testimonio de Santa Magdalena de Nagasaki y de otros muchos hermanos, que el Papa Francisco llama los santos de la puerta de al lado, con los que hemos vivido y compartido la vida y de quienes no tenemos la menor duda de que ya gozan de la presencia de Dios.

2. Nuestro lenguaje es el de los laicos. Se hace necesaria una purificación del lenguaje y de los símbolos religiosos en nuestras Fraternidades. Si como digo, se trata de una vocación laical, no tiene sentido que sigamos usando un lenguaje propio de la vida consagrada y que se presta a confusión. El noviciado, los votos, la profesión, el maestro de novicios, etc, esa es una terminología propia y específica de la vida religiosa, que no puede tener cabida y debe ser desterrada de nuestras Fraternidades. Otro tanto podemos decir de la ropa y otros símbolos y distintivos religiosos que se usan y que crean confusión a los de fuera y también a los de dentro. Somos laicos, que queremos vivir nuestro bautismo desde la espiritualidad de la Orden de agustinos recoletos. Nada más, pero también nada menos.

3. Somos especialistas en la caridad, no especialistas en san Agustín. La Fraternidad no es un grupo de personas que se quiere especializar en san Agustín. La Fraternidad es un grupo de personas que se quiere especializar en amar y servir al estilo de Agustín. No se trata únicamente de conocer la doctrina de Agustín, se trata de aspirar a que nuestro corazón arda como el de Agustín y se inflame en el fuego de la Palabra de Dios. Evidentemente que recorrer el Itinerario Peregrinos nos llevará a un gran conocimiento de San Agustín también, pero no es lo principal, esas son las añadiduras de las que habla el Evangelio.

4. La Fraternidad es un grupo de hermanos que comparten la vida. No se consigue vivir la Fraternidad, ni sentirse hermanos con todas las consecuencias con un par de reuniones por mes. No se consigue ser hermano aprendiendo mucha doctrina de san Agustín. Si queremos abrazar con seriedad la propuesta que se nos hace desde la Fraternidad tenemos que darnos espacios y tiempo suficiente, para que sintamos que, dentro del corazón, “el otro” se ha convertido en un verdadero hermano y no apenas en alguien que frecuenta las mismas reuniones que yo. Las reuniones de la Fraternidad tienen que convertirse en una oportunidad para poder derramar el corazón en las manos de nuestros hermanos, con toda confianza y libertad, sabiendo que no voy a ser juzgado. Muchas veces en nuestras reuniones escuchamos cosas bonitas sobre san Agustín y aprendemos otras muchas cosas interesantes. Sin embargo, nos volvemos a casa con el mismo nudo que traíamos en la garganta y con la misma aflicción y angustia que llevábamos a la reunión, porque no hemos tenido oportunidad de compartir el momento que vivimos. Las reuniones de la Fraternidad nos deben ofrecer esos espacios para compartir la vida. Y eso exige que todos seamos confiables, discretos, respetuosos y entendamos que lo que el hermano nos comparte es un tesoro que pone en nuestras manos y que debo guardar para mi en lo más profundo del corazón.

5. El itinerario Peregrinos, mucho más que unas fichas de estudio. Probablemente para la inmensa mayoría de las Fraternidades las fichas del Itinerario no pasan de unos temas de estudio. Ese es uno de los grandes desafíos que tenemos por delante: explicar debidamente el Itinerario y hacer entender a los hermanos que los temas que se ofrecen no son en realidad lo más importante. Lo verdaderamente importante es la oportunidad que se nos ofrece para hablar de nosotros, de nuestra vida de fe, de lo que Dios va haciendo dentro de nosotros, de las dificultades que encuentro en el camino, de nuestros sueños y esperanzas, pero también de nuestras frustraciones y derrotas. Y todo ello a la luz de los temas que vamos tratando.

6. A vino nuevo, odres nuevos. No podemos pretender rejuvenecer fraternidades envejecidas con gente joven. Ciertamente que a Dios no le podemos poner límites, pero lo normal es que la gente joven no se sienta atraída por grupos de personas mayores, con mentalidad, vivencias, experiencias y formas de ver la vida muy distintas. Por eso, lo ideal es que en cada ministerio donde existe la Fraternidad vayan surgiendo nuevos grupos de Fraternidad, cada uno viviendo su etapa y su momento; para eso y por eso seguimos un Itinerario. Todos los grupos pueden y deben tener momentos comunes de encuentro: retiro mensual o con la periodicidad que se decida, convivencias, algunas charlas de formación, celebraciones de nuestros santos y fiestas de la Orden, etc. En todos esos momentos tenemos que compartir todos juntos, los que hicieron sus promesas hace 30 años y los que llegaron antes de ayer. Pero la formación tiene que ser diferenciada. Cada uno tiene que ir haciendo su proceso, porque lo realmente grandioso del Itinerario Peregrinos, es que, si te lo tomas en serio, te va transformando por dentro y te va cambiando la vida.

7. Los religiosos asesoramos, pero no dirigimos y mucho menos mandamos; acompañamos, pero no tomamos las decisiones. El protagonismo es todo de los laicos. Ya pasó el tiempo en el que el religioso asesor hacía todo en la reunión. Ya pasó el tiempo en el que el grupo de la Fraternidad era a imagen y semejanza del asesor. Ya pasó el tiempo en el que los miembros de la Fraternidad iban a la reunión para escuchar y se volvían a casa sin más. Si no hay gente suficientemente preparada, ese debe ser el empeño principal del asesor, preparar hermanos con capacidad de liderazgo y maestros capaces de configurar a Cristo en el corazón de los otros. Tenemos que trabajar todos para que cada vez más las Fraternidades sean menos dependientes de los asesores, lo que no significa, como ya dije, que queramos desentendernos. Por el contrario, queremos verlos crecer y asumir el papel que les corresponde.

X