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Filipinas se convierte en el primer territorio que recibe el carisma de la Recolección. El primer destino misionero de los agustinos recoletos fue el archipiélago filipino, el 12 de julio de 1605 embarcaron los primeros catorce religiosos rumbo a Manila. Llegaron trece religiosos a tierras filipinas a finales de mayo de 1060, el padre Andrés de san Nicolás murió en el viaje, siendo el primero de muchos frailes que dejaron la vida por vivir el sueño de la misión.
Las crónicas recogen los nombres de esos primeros aventureros que marchan a tierras lejanas, llenos de devoción e ímpetu, acompañados por fray Juan de San Jerónimo: «Rodrigo de San Miguel, Jerónimo de Cristo, Miguel de la Madre de Dios, Diego de la Anunciación, Pedro de San Fulgencio, Francisco Bautista, Francisco de la Madre de Dios, Andrés de San Nicolás, Juan de San Guillermo, Jerónimo de la Madre de Dios, Francisco de San Jerónimo, Simón de San José y Andrés del Espíritu Santo».
Los agustinos recoletos entienden que es necesario llevar el Evangelio a territorios nuevos para cumplir con éxito el mandato misionero de Jesucristo y de este modo, también extender su carisma.
Asimismo, es la primera vez que el movimiento de Recoletos sale de Europa después de haber crecido en número y en devoción en tierras españolas.
Filipinas representa un icono misionero no solo por los datos que recoge la historia, sino porque es una tierra en donde se desarrolló con éxito la dimensión misionera que será parte fundamental del carisma.
Del mismo modo, Asia, representa una oportunidad para que muchos agustinos recoletos, entre ellos, futuros santos y beatos, se entreguen con pasión testimonial y martirial.
Nombres como: Ezequiel Moreno Magdalena de Nagasaki, Francisco de Jesús, Vicente de San Antonio, Melchor de San Agustín, Martín de san Nicolás e innumerables mártires, se forjaron en territorios asiáticos.
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