Estamos viviendo el mes de las misiones, es un tiempo para reflexionar sobre cómo vivimos y colaboramos en la misión. Pero también es un tiempo para recordar, o sea, volver a pasar por el corazón a nuestros misioneros que han dado la vida por el Reino.
Hoy recordamos a Fray José Luis Garayoa. Un religioso que tenía el ADN misionero corriendo por sus venas, una persona que amaba la misión, sin importar la parte del mundo dónde viviera. Fray José Luis murió el 23 de noviembre de 2020 a causa del COVID.
Hoy queremos recordarle recuperando un texto que publicó en 2012 con motivo del día de las misiones en su blog. En ella encontramos una reflexión sobre la vida, sobre la misión, pero sobre todo leemos a un corazón enamorado de Cristo desde el estilo de san Agustín.
Por el día de las misiones me han regalado la portada de la Revista Mundo Negro. Sonrío entre dos generaciones de mujeres. Mariama, la joven, sueña con ir a la universidad. Para su abuela ya es demasiado tarde; la viejecita me dice que le gustaría antes de morir beber agua limpia del pozo que hemos prometido cavar el próximo tiempo seco. Lleva toda la vida bebiendo agua sucia y caminando millas para conseguirla.
Hay quien se atreve a llamarnos héroes. Y yo repito, con León Felipe: “que solo soy un gusano que sueña, y que sabe que la luz y el viento nos pueden convertir en mariposas. En mariposas multicolores para los hombres, nuestros hermanos”.
Anunciar Buenas Noticias, que al fin y al cabo eso es lo que significa Evangelio, no es fácil. En un mundo como el que me toca vivir, tan lleno de necesidades primarias, básicas, no se puede hacer teología muy profunda. O sí, si como mensaje central de esta teología nos hacemos nosotros mismos testigos del amor de Dios.
Un amor incondicional, un amor capaz de morir por todos, sin distinción. Un amor capaz de perdonar 70 veces 7, cuando te roban los ahorros conseguidos con tanto sudor. Un amor capaz de seguir creyendo a pesar de sentir tantas veces que el esfuerzo es inútil. Que se avanza demasiado lento, en el que constantemente tienes que comenzar de nuevo. Un amor que cree en los que nadie cree, Que espera en los que nadie espera. Y que ama a los que nadie ama.
Porque si creéis en los que responden, si esperáis en los que no os van a fallar, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?, insiste Jesús de Nazareth. La novedad del Evangelio es precisamente ser capaces de amar a quien nadie amó. Y amarlo primero, a fondo perdido, sin importar la respuesta.
Es cierto que nos roban, nos mienten, nos usan. Pero es que no les hemos enseñado otra cosa. Solo hay que leer honestamente la Historia, su Historia. Es cierto que debemos de amar sin crear dependencias. Pero, a poquito que nos sinceremos, reconoceremos que sus dependencias son tan básicas como la supervivencia misma. Nosotros también tenemos dependencias, pero en nuestro caso mucho más sofisticadas.
†Fray José Luis Garayoa, OAR.