Últimamente muchas personas preguntan sobre la relación entre ARCORES y el carisma Agustino Recoleto. Quizás no sea la persona más indicada para escribir sobre un tema tan crucial y tan relevante dentro de la Familia Agustino Recoleta.
Como el desconocimiento es atrevido, me gustaría arriesgar describiendo lo que es significativo dentro de esta cuestión. También es una buena oportunidad para recuperar la memoria con motivo de la celebración, cada año, del nacimiento de la Recolección el 5 de diciembre. Se dice que, sin memoria, sin raíces no puede vivir ni la comunidad ni la persona. Si se interrumpe la transmisión de una generación para otra, corremos el peligro de permanecer desarraigados y huérfanos, sin morada espiritual. Sin memoria una comunidad muere. García Márquez en su libro de “Cien años de Soledad” reflejaba esta misma idea. La memoria nos ayuda a recuperar el sentido de las cosas.
Me atrevería a decir que las ideas están claras sobre el origen del carisma, su contenido y significado pero lo que falta, tal vez, es la percepción y el aprecio de su valor para hacerlo más conocido, cercano y transformador. Por eso, todos los días cuando entro en la iglesia Santa Mónica de Rio de Janeiro, disfruto viendo cómo varias personas rezan a San Ezequiel Moreno, San Agustín y Santa Rita de Casia.
Se puede decir que los Agustinos Recoletos llevan en su ADN el ideal de aspirar siempre a más. Si miramos un poco en la historia podemos ver grandes religiosos y santos que tenían ese corazón inquieto. Es el ejemplo de Seripando (fue General), santos como Santo Tomás de Villanueva o san Alonso de Orozco, misioneros como Alonso de Veracruz o Agustín de Coruña y ascetas como Luis de Montoya y Tomé de Jesús. Todos ellos aspiraban a una vida de más oración, de pobreza real, de más austeridad y de más igualdad. ¿Qué significa esto? Que la Familia Agustino Recoleta es descendiente de gente inquieta, radical e insatisfecha en el sentido de conocer y amar a Dios. Por tanto, no es propio del agustino recoleto tener una actitud conformista con el camino recorrido, sino que las comunidades recoletas deben ser una fuente de estímulo para la convivencia, la solidaridad y el dialogo, y no solamente en su ámbito de puertas para dentro. Es lo que hoy conocemos como llamada a compartir el carisma.
Decía un grande agustino, Tarsicio Van Babel, que la comunidad agustiniana tiene un carácter de denuncia social porque no se deja llevar del orgullo, la ambición, afán de poder, rivalidad… sino sobre la aceptación del otro. Todo eso se alcanza colocando la comunidad como punto de ser y de compartir mostrando que el valor de la comunidad muestra la posibilidad de construir una sociedad, una Iglesia sobre pilares más firmes y solidarios.
La familia Agustina Recoleta, como parte de la sociedad, no permanece aislada y autosuficiente. Necesita dar respuesta a los interrogantes y problemas que plantea la vida en su alrededor. De hecho, en esa respuesta y en esa actitud atenta encuentra su lugar en la Sociedad y en la Iglesia. Los Recoletos nunca vieron incompatibilidad entre apostolado y vida común. De hecho, así se llegó a la evangelización de muchos lugares en los que está presente la Familia Agustina Recoleta (Panamá, Venezuela, Colombia, Filipinas, Brasil).
Naturalmente, se puede decir que ARCORES, FSAR, JAR, Red Educar son también herederas de esta riqueza espiritual y ese deseo de acompañar el espíritu evangelizador y misionero. De hecho, ARCORES, como instrumento solidario, coloca sobre la mesa si somos agentes de solidaridad, de acogida y dialogo. ¿Lo son las parroquias y colegios? ¿Nos dejamos influir del individualismo y formamos comunidades un tanto despreocupadas de los demás?
Hay una frase muy bonita de San Agustín que debería representar ese corazón inquieto de toda la familia: “el hombre vive y obra en el tiempo, orientado por la memoria del pasado, por la percepción del presente y por la tensión hacia el futuro” (S. AGUSTÍN, Confessiones 11, 38: PL 32, 824).
René González. ARCORES Brasil