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La memoria de San Ildefonso de Toledo se celebra en Roma

El 23 de enero se celebra la memoria de San Ildefonso de Toledo, patrón de la comunidad de agustinos recoletos que lleva su nombre, situada en el número 11 de Via Sistina (Roma). Con motivo de la festividad, Fr. David Conejo presidió la Eucaristía, cuya homilía compartimos a continuación:

La figura de San Ildefonso en el siglo VII es eminente. Se trata de uno de los grandes padres de la Hispania visigoda. Aunque superado en conocimientos por San Isidoro de Sevilla, San Ildefonso ha pasado a la historia como el más conmemorado en las artes, desde la arquitectura a la escultura y la pintura. Un ejemplo de ello, es la representación de la escena que preside la capilla la comunidad de agustinos recoletos de Via Sistina 11 (Roma), en la que la Virgen entrega al santo una casulla. También en las letras, desde los inicios del castellano con Gonzalo de Berceo, en el siglo XIII, hasta Lope de Vega y Calderón en el Siglo de Oro.

Es cierto que, para recordar su vida, no disponemos de muchos datos. Su primera biografía, el Elogio, es de San Julián de Toledo, su contemporáneo y segundo sucesor en la sede toledana. Se le recuerda como «un río de elocuencia digno de alabanza e iluminado por sus muchas virtudes. Temeroso de Dios, religioso, inclinado a la compunción, de porte grave, honesto, paciente, atento en la guarda de los secretos, elevado en sabiduría, sutil en las disputas, vivo en el hablar, muy fértil en la palabra y tan extraordinario en la elocuencia que, en su discurso, parecía que no era Ildefonso quien hablaba, sino Dios a través de él’. Sin duda, el lenguaje de San Julián puede parecer pomposo, pero sus elogios proceden de alguien que le conoció personalmente y transmite en sus escritos el respeto, el afecto y la admiración de una experiencia vivida. Es, por tanto, el retrato más vívido que podemos ofrecer de su personalidad.

Ildefonso fue un autor excepcional, además de un agente pastoral ampliamente reconocido. Sus escritos influyeron notablemente en la vida cristiana de la Iglesia de su tiempo y de épocas posteriores. Destaca su importante obra ‘Sobre la virginidad perpetua de Santa María contra los infieles’. Es importante que «la primera gran declaración mariana española fue una defensa de la virginidad de María». Desde entonces, para nosotros, María es «la Virgen».

Con la Virgen, San Ildefonso mantiene una relación muy especial. Berceo lo expresa bien en uno de sus ‘milagros’: la Madre del Rey de Majestad se le apareció con un libro de gran claridad: lo que había hecho sobre la virginidad… le regaló una casulla sin bordar, obra angélica, no tejida por hombre…

Demos gracias a Dios por este gran confesor. Reunidos hoy con él, reunidos en el nombre de Jesucristo, tenemos la certeza de que Él, el Señor, está en medio de nosotros… Él nos fortalece y nos defiende con las armas de la justicia y el escudo de la salvación, porque tenemos gran necesidad de la virtud de la fortaleza.

Se cree que Ildefonso significa ‘preparado para el combate’ cuando llega la adversidad». ¡Cuánta necesidad tenemos hoy de esta virtud! Tantos cristianos se esfuerzan poco en la lucha de la fe, una lucha que no debe dirigirse contra los demás, sino contra lo que sentimos y somos. No se trata de ser imprudentes, sino de no olvidar que somos testigos más con los hechos que con las palabras, en tantas situaciones en las que los cristianos debemos estar presentes y ser reconocidos.

Parafraseando la liturgia mozárabe de esta fiesta, invoquemos la misericordia de Dios derramada sobre san Ildefonso por todos nosotros. Que Dios acoja benignamente la ofrenda de esta celebración en la que, junto con Cristo, nos presentamos en su presencia. Y que nosotros, por intercesión de san Ildefonso, patrono de esta iglesia y de esta comunidad, seamos cada día mejores cristianos, mejores pastores, mejores hijos de la Virgen, madre del Dios encarnado, Jesucristo, a quien sean la alabanza y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Fr. David Conejo, OAR

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