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10 cosas que deberías saber sobre san Antonio Abad con relación a san Agustín

San Antonio Abad fue uno de los referentes de San Agustín. De hecho, su vida dejó una gran huella en los primeros años del monacato agustiniano y lo cita frecuentemente en las Confesiones.

El 17 de enero es el día en el que el santoral recuerda la figura del santo de Egipto y padre de la vida monástica. Te contamos 10 cosas que deberías saber sobre san Antonio Abad con relación a san Agustín.

  1. La primera biografía escrita de un santo es la Vida de san Antonio (Vita Antonii). La redactó san Atanasio, obispo de Alejandría, en el año 357. En ese momento, san Agustín tenía tan solo tres años.
  1. Esta primera biografía de san Antonio fue escrita en griego, pero muy pronto alcanzó su mayor difusión en el mundo latino y se convirtió en un verdadero “best seller” del siglo IV. Pocas obras en el siglo IV tuvieron tanta difusión e impacto popular como la Vida de san Antonio.
  1. San Antonio vivía con gran austeridad y tenía solo dos abrigos de piel de oveja. Uno de ellos se lo dejó como herencia a san Atanasio en agradecimiento por su ayuda y su amistad.
  1. En las Confesiones, san Agustín nos cuenta que un paisano suyo, llamado Ponticiano, le narró la conversión de san Antonio. (conf. 8, 14).
  1. Ponticiano acompañó un día al emperador a Tréveris y, precisamente, dos de sus compañeros habían salido a pasear fuera de las murallas de la ciudad y encontraron la casa de unos monjes. Al entrar, encontraron la Vida de san Antonio. Lo leyeron y decidieron dejarlo todo para convertirse en monjes. Esto también está narrado por san Agustín (conf. 8, 15).
  1. Se cree que los dos compañeros de Ponticiano que se convirtieron al leer la Vida de san Antonio eran san Bonosio y san Jerónimo, pues ambos por esas fechas eran funcionarios de la corte imperial. San Agustín retrata en un pasaje de las Confesiones a otro monje y asceta, posiblemente, el mismo san Jerónimo (conf. 8, 15).
  1. Según la Vida de san Antonio, el texto bíblico que escuchó al entrar a la Iglesia y que movió su conversión fue el de Mt 19, 21: “Si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes y da el dinero a los pobres, después ven y sígueme” (conf. 8, 29). ¿Sabías que este texto había inspirado la vida monástica agustiniana en un primer momento, hasta el año 396-397? Fue cuando san Agustín descubre el texto definitivo que iluminará su vida monástica, que no es otro que el texto de Hch 4,32: La primera comunidad cristiana “tenía una sola alma y un solo corazón” (dirigidos hacia Dios). La vida de san Antonio dejó una huella en los primeros años del monacato agustiniano (op. mon, 32; uirg. 46)
  1. San Agustín en la ep. 130 hace referencia indirectamente a san Antonio y a los monjes de Egipto, al hablar de un tipo particular de oración que es la jaculatoria. La palabra jaculatoria viene del término latino iaculum que significa flecha o dardo. Se trata de oraciones breves pero encendidas de amor que los monjes de Egipto y, entre ellos, san Antonio, repetían en su interior para alabar y expresar su amor a Dios (ep. 130, 19).
  1. Cuentan que al surgir la herejía arriana, que negaba la divinidad de Cristo, ante las ásperas discusiones que surgieron, los obispos invitaron a san Antonio para que les dijera dónde estaba la verdad. San Antonio, que era un hombre sencillo acudió a Constantinopla. Mientras hablaba sobre la divinidad de Cristo, una persona lo interrumpió diciendo que Cristo era solo una criatura y no Dios. San Antonio entonces se puso de pie y exclamó: “Yo lo he visto”. La fe siempre debe partir de una experiencia profunda del misterio de Dios.
  1. En la Edad Media surgió la Orden de san Antonio. Su hábito era de color negro y llevaba en el pecho una cruz Tau de color azul. El Papa Bonifacio VIII en 1297 les dio cánones propios y les asigno la Regla de san Agustín. De nuevo, muchos siglos después san Agustín y san Antonio se volvían a unir.

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