Desde hace ya 61 años se convoca una jornada de oración por las vocaciones en toda la Iglesia. Fue el papa Pablo VI quien, en el acontecimiento del Concilio Vaticano II (1962-1965), puso en marcha esta iniciativa a través de un mensaje. Los papas sucesivos le dieron seguimiento y cada año escriben un mensaje acerca de la importancia que reviste la vocación y las vocaciones en la Iglesia.
Es una jornada en la que ciertamente se reflexiona acerca del misterio y la belleza de la vocación y de las vocaciones pero, sobre todo, se convoca para promover la oración intensa al Dueño de la mies, para que envíe trabajadores para la cosecha (cf. Lucas 10,2).
El contexto de la vida de la Iglesia donde se inserta la jornada es siempre el cuarto domingo de Pascua o domingo del Buen Pastor, como también se le conoce por leerse el en la celebración de la Eucaristía el pasaje del Buen Pastor del Evangelio de san Juan (cf. Juan 10, 1ss).
Este año 2024 el Papa Francisco titula su Mensaje para la Jornada Mundial de oración por las vocaciones “Llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz”. La vocación, en cuanto llamada divina, no puede desentenderse de las llamadas ocasionales a que nos emplaza el Espíritu Santo en las circunstancias concretas de la historia. En este sentido, frente a una sociedad desesperanzada y enfrentada, el Papa convoca a cada vocación y a todas las vocaciones a sembrar esperanza y a construir la paz.
El discurso del Papa es un mensaje que anticipa la celebración del Año Jubilar del 2025, que tiene por lema “peregrinos de la esperanza”. Y como preparación previa al Jubileo, el 2024 Francisco convocó un año sobre la oración cristiana; una ocasión para crecer en la conciencia de estar delante de una Presencia que le aporta un sentido de esperanza a la vida y la orienta a la verdadera felicidad. De ahí que la oración por las vocaciones, sembrar la esperanza y construir la paz son los temas centrales del Mensaje.
El Papa Francisco abre el mensaje invitando al pueblo fiel en camino a considerar el precioso don de la llamada del Señor, y a encarnar la belleza del Evangelio en el proyecto de amor de cada estado de vida. Nada como la respuesta libre a la vocación ayuda a alimentar el deseo de felicidad que todos los seres humanos llevamos dentro, sugiere también el Papa.
Del amplio y sugerente Mensaje del Papa para la 61ª Jornada Mundial de oración por las vocaciones, nos detenemos en lo que les dice a los jóvenes:
“A los jóvenes, especialmente a cuantos se sienten alejados o que desconfían de la Iglesia, quisiera decirles: déjense fascinar por Jesús, plantéenle sus inquietudes fundamentales. A través de las páginas del Evangelio, déjense inquietar por su presencia que siempre nos pone beneficiosamente en crisis. Él respeta nuestra libertad, más que nadie; no se impone, sino que se propone. Denle cabida y encontrarán la felicidad en su seguimiento y, si se los pide, en la entrega total a Él”.
Podríamos considerar con calma las cuatro provocaciones del Papa a los jóvenes: déjense fascinar por Jesús, plantéenle sus inquietudes fundamentales, déjense inquietar y denle cabida a Cristo y encontrarán la felicidad en su seguimiento. Dejarse fascinar por Jesús, orar las preguntas fundamentales del corazón, dejarse inquietar y seguir a Cristo.
Ahora bien, no conforme con estas cuatro provocaciones, cierra el Mensaje con una quinta:
“Les digo una vez más, como durante la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa: “Rise up! – ¡Levántense! Despertémonos del sueño, salgamos de la indiferencia, abramos las rejas de la prisión en la que tantas veces nos encerramos, para que cada uno de nosotros pueda descubrir la propia vocación en la Iglesia y en el mundo y se convierta en peregrino de esperanza y artífice de paz. Apasionémonos por la vida y comprometámonos en el cuidado amoroso de aquellos que están a nuestro lado y del ambiente donde vivimos. Se los repito: ¡tengan la valentía de involucrarse!
Esta es la llamada de Jesús a los jóvenes en los evangelios: ¡levántense! Que quiere decir despertar, dejar atras la indiferencia y apostarle a la libertad… Esas son las condiciones de posibilidad para ser peregrinos de esperanza y constructores de la paz.
El Papa Francisco lo tiene claro: las transformaciones que tanto anhelamos que ocurran en muestra sociedad solo tendrán lugar cuando se pruebe en el corazón pasión por la vida y compasión por los que están a nuestro lado; en especial por aquellos que sufren. En este sentido, la vocación es el modo como Jesús, el Señor, nos mete de lleno en la vida y nos implica a fondo en la misma.
Fabián Martín Gómez, agustino recoleto