La Madre María José Vila es la actual priora del Monasterio Nuestra Señora de la Consolación, la comunidad de monjas agustinas recoletas en Wote (Kenia). Se considera una ‘valenciana universal’. Desde que dejó su tierra natal en Valencia (España), la vida de esta religiosa agustina recoleta ha estado marcada por los cambios. La verdad, me siento universal porque estuve 15 años en Filipinas. Y estaba muy bien. Me costó salir de allí. Aunque la tierra donde nacemos nunca se olvida. Nunca. Me siento valenciana, pero valenciana universal. De hecho, no creo que vuelva, confiesa.
Según relata, la llamada de África resonó en su corazón como una sorpresa divina, un momento crucial que la impulsó a embarcarse en una misión desconocida. Cuando empezó esta fundación no me ofrecí y un día Dios me sorprendió. Lo vi, más que venido de mis superioras, de la voluntad de Dios, revela con humildad.
Cuando compara sus experiencias en Filipinas y Kenia, la Madre María José destaca una diferencia fundamental: el contraste que existe entre recibir y pedir ayuda. En Filipinas te dan y en Kenia te piden, señala, ilustrando las complejidades que provocan la pobreza y la mentalidad en ambas culturas.
La vida en comunidad es un pilar fundamental de su día a día, marcado por la oración, el acompañamiento a las jóvenes aspirantes y profesas, el trabajo manual, la huerta, el cuidado de los animales, los encargos litúrgicos y de costura, y la devoción al estudio y a la pintura. Enfatiza que nuestra misión principal es que las hermanas se convenzan, que no lo hagan por obligación, para que el día de mañana puedan seguir ellas con esta labor porque Dios sabe que estoy muy mayor. Destaca asimismo la importancia de cultivar una fe auténtica y personal.
A pesar de los desafíos económicos y espirituales, la Madre María José se aferra a su firme convicción de servir a Dios y construir un futuro sólido para su comunidad. Estoy convencida, por gracia de Dios, de que estoy dando mi vida día tras día por la gloria de Dios, la extensión de la orden y la salvación del mundo, afirma con determinación.
Cuenta que sueña con la consolidación y el crecimiento de su comunidad, una meta que abraza con fervor y esperanza. Ese sería mi sueño principal, ver la comunidad consolidada, expresa con brillo en los ojos.
Con una fe y determinación inquebrantables, la Madre María José sigue adelante, confiando en la guía divina y en el poder transformador de la oración. Su historia es un testimonio inspirador de amor, servicio y entrega total a la voluntad de Dios.
La presencia de las agustinas recoletas en Kenia se remonta al año 2006. Fue entonces cuando un grupo de religiosas procedentes de España llegaron a Masii para, posteriormente, trasladarse a la actual localización del convento de Wote, capital del distrito de Makueni.