Una palabra amiga

San Alipio y San Posidio, amigos de San Agustín y patrones de las JAR

«No te hallarás sin la amistad de tu prójimo allí donde tendrás a Dios por amigo» San Agustín (S 299D,6). Hoy celebramos la memoria litúrgica de los santos Alipio y Posidio, amigos de San Agustín y patrones de las JAR. Quienes dejaron huellas por su entrañable fraternidad y entrega cristiana.

Ambos fueron discípulos de Agustín, compartieron sus afanes pastorales y colaboraron en sus controversias doctrinales.

Por la cercanía de Agustín y sus historias de vida se ha entrelazado su memoria y la ha asociado de modo indisoluble a la de Agustín. Uno ha quedado para siempre como el amigo entrañable, “el hermano de mi corazón”, diría el santo; y el otro, como el biógrafo más autorizado, “santo hermano y amigo mío”.

San Alipio, de amigos y gladiadores

Mientras paseaba por el foro de Tagaste, la ciudad en la que había nacido y ejercido como obispo durante más de veinte años, san Alipio rememoraba su juventud y un acontecimiento que había dejado una marca indeleble en su memoria.

Recordaba cómo, en una tarde en Cartago, se vio envuelto en una situación comprometida debido a un malentendido. Mientras observaba a un joven que huía acompañado por un niño, movido por la curiosidad, decidió seguirlos. Sin embargo, su acto de curiosidad lo llevó a encontrarse en medio de una confusión: fue acusado de robo debido a la presencia de un hacha y trozos de metal cerca de él.

A pesar de su inocencia, Alipio se encontró en una situación comprometida. Fue gracias a la intervención de un respetado arquitecto de Cartago que logró ser absuelto de las acusaciones injustas.

La vida de Alipio estuvo marcada por su amistad con San Agustín, otro ilustre habitante de Tagaste. Aunque tuvieron momentos de distanciamiento, su amistad resistió las pruebas del tiempo y las adversidades.

San Agustín influyó profundamente en la vida de Alipio, especialmente en su lucha contra su debilidad por los espectáculos de gladiadores. Aunque inicialmente atrapado por la fascinación de estos eventos violentos, las palabras de Agustín actuaron como un catalizador para su cambio.

Junto con Agustín, Alipio se retiró a Casiciaco para prepararse para el bautismo. Después de recibirlo en Milán, decidió dedicar su vida al servicio de Dios, renunciando a sus antiguas costumbres y aspiraciones mundanas.

La vida monástica proporcionó a Alipio un ambiente propicio para su crecimiento espiritual. Pasó años en Tagaste, donde compartió experiencias y reflexiones con Agustín y otros compañeros monjes.

Después de la partida de Agustín a Hipona, Alipio se convirtió en el prior del monasterio de Tagaste. Sin embargo, su vida monástica pronto daría paso a un nuevo desafío: el episcopado.

Alipio fue elegido como obispo de su ciudad natal, Tagaste, en un momento de cambios y desafíos para la Iglesia. Junto con Agustín, luchó por proteger a su rebaño de las amenazas externas y las herejías que surgían en aquellos tiempos turbulentos.

San Posidio, biógrafo y bibliotecario

Desde la cubierta del barco que lo llevaba al destierro en la isla de Cerdeña, san Posidio contemplaba las costas africanas con nostalgia. Recordaba su vida en Calama, la ciudad donde había nacido y servido como obispo.

Desde joven, Posidio mostró un profundo interés por la vida religiosa y el estudio de las Escrituras. Ingresó en el monasterio de San Félix de Bilibio, donde recibió una sólida formación espiritual y académica.

Después de completar su formación, Posidio fue ordenado sacerdote y se destacó como un predicador elocuente y un pastor dedicado. Su profundo conocimiento de las Escrituras y su caridad pastoral lo convirtieron en una figura respetada en la Iglesia local.

La vida de Posidio dio un giro significativo cuando fue nombrado obispo de Calama, su ciudad natal. Este nombramiento fue recibido con gran alegría por parte de la comunidad cristiana, que veía en él un líder sabio y piadoso.

Como obispo, Posidio se esforzó por promover la unidad y la paz entre los fieles, así como por defender la fe contra las herejías que surgían en aquel tiempo. Su dedicación y servicio a la Iglesia fueron ejemplos de virtud y compromiso cristiano.

Una de las principales preocupaciones de San Posidio fue la formación de los fieles y la preservación del patrimonio cultural y espiritual de la Iglesia. Fundó bibliotecas y promovió el estudio de las Escrituras y las obras de los Padres de la Iglesia.

A lo largo de su vida, Posidio mantuvo una estrecha relación con San Agustín, a quien admiraba y consideraba su mentor espiritual. Juntos compartieron experiencias y reflexiones sobre la fe y el ministerio pastoral.

En un momento de cambios y desafíos para la Iglesia, Posidio permaneció firme en su fe y compromiso con Cristo. Su vida y obra continúan siendo un testimonio inspirador de fidelidad y devoción en tiempos difíciles.

Fray Enrique Eguiarte Bendímez, OAR

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