En esta entrevista, sor Judith, misionera filipina en Kenia, comparte su testimonio sobre la misión que ha emprendido en este país africano. Comparte los desafíos y sueños que enfrenta junto con sus hermanas en su labor de expandir el carisma y espiritualidad de su congregación en esta región. Una comunidad compuesta por tres hermanas con votos solemnes, una hermana con votos simples, tres postulantes y siete aspirantes.
Sor Judith explica que sintió el llamado del Señor para formar parte del equipo de la fundación, y describe su misión como una continuación de su vocación y carisma en el nuevo país. También ha compartido que uno de los principales retos que enfrentan es la diversidad cultural.
‘La misión es una continuación de mi vocación y carisma’
Asimismo, ha expresado que entender y respetar las diferentes culturas y formar una comunidad sólida, a pesar de sus diferencias, es un desafío continuo. Sin embargo, enfatizó que con Jesús como meta común, es posible construir una comunidad unida y comprometida: aunque somos distintas, es posible porque la meta es la misma: Jesús.
«Oración y acción»
Nuestra misión es un testimonio vivo de la fe y la esperanza. Trabajamos diariamente para superar las barreras culturales y lingüísticas. Es un esfuerzo continuo, pero la recompensa es grande cuando vemos a nuestras hermanas y a la comunidad local crecer en la fe, ha señalado sor Judith.
Además, ha destacado la importancia del apoyo mutuo entre las hermanas. Nos sostenemos unas a otras en oración y en acción. La vida comunitaria nos fortalece y nos permite enfrentar juntos los desafíos que se nos presentan. Cada día es una oportunidad para aprender y para servir mejor.
«Un futuro lleno de esperanza y de posibilidades»
Sor Judith también ha compartido su visión a largo plazo para la fundación. Mi sueño es que nuestra comunidad crezca y que las futuras generaciones de religiosas sigan nuestros pasos con firmeza y autenticidad. Queremos formar mujeres comprometidas con la vida religiosa, con un deseo profundo de servir al Señor y de extender nuestra misión a otros países.
Veo un futuro lleno de esperanza y de posibilidades. Con la gracia de Dios, lograremos llevar nuestro carisma a muchos lugares más, tocando vidas y llevando el mensaje de amor y servicio a donde más se necesita, ha concluido sor Judith con una sonrisa.