La misión ha sido, desde los inicios, una parte fundamental del carisma de la Orden de Agustinos Recoletos, impregnando su ADN espiritual y pastoral. Este legado misionero no solo nos llama a predicar el Evangelio, sino también a hacerlo en sinodalidad, “caminando juntos” como comunidad de fe. En mis visitas a distintas misiones de nuestra Orden, desde Brasil y Filipinas hasta la región amazónica y, actualmente, Casanare, he constatado el compromiso inquebrantable de nuestros religiosos y laicos en vivir esta misión.
El Proyecto de Vida y Misión 2022-2028 nos impulsa a revitalizar este espíritu misionero, recordándonos que la sinodalidad no es opcional, sino un eje que debe guiar nuestra labor evangelizadora y pastoral. En este contexto, la Orden ha decidido declarar el 2026 como Año Misionero, bajo el lema inspirador de san Agustín: “¡Anunciad a Cristo donde podáis!” (S.260E,2). Este período especial estará dedicado a reavivar la llama misionera que ha caracterizado nuestra identidad. Como parte central de este año, se celebrará un Sínodo de Misioneros Agustinos Recoletos, en el que religiosos y laicos reflexionarán sobre los retos y oportunidades de la misión de la Orden en el mundo actual.
La sinodalidad como corazón de la misión
La sinodalidad nos invita a una evangelización que integre a religiosos y laicos como verdaderos corresponsables en la misión. Esta colaboración trasciende la simple ayuda: los laicos son agentes clave, protagonistas activos del cambio en sus comunidades. En parroquias y misiones, su participación asegura que nuestras acciones pastorales sean realmente transformadoras.
En mis visitas a las misiones, he visto cómo la vida fraterna y el trabajo conjunto han sido esenciales para superar desafíos. Los religiosos caminan junto a las comunidades, compartiendo alegrías y penas, pero, sobre todo, manteniendo viva la llama de la misión. Estos espacios de comunión nos recuerdan que solo juntos podemos ser verdaderos testigos del Evangelio.
Fortaleciendo a los laicos en su vocación misionera
Reavivar el espíritu misionero requiere también que los laicos reciban una formación adecuada. El Proyecto de Vida y Misión destaca la importancia de capacitar tanto a religiosos como a laicos en el carisma agustiniano. Iniciativas como talleres de espiritualidad, sesiones de liderazgo pastoral y actividades para afianzar nuestro compromiso con las Fraternidades Seglares, Juventudes Agustino Recoletas, Madres Mónicas y CEARs son fundamentales para garantizar que los laicos asuman roles de liderazgo con confianza y convicción.
Además, programas como ARCORES, con su enfoque en justicia social, han demostrado cómo los laicos pueden ser actores principales en la transformación de sus comunidades. Estos proyectos no solo brindan ayuda material, sino que reflejan nuestro compromiso con la dignidad humana, integrando a los laicos en cada etapa del proceso.
Desafíos que fortalecen la misión
La misión nunca ha estado exenta de retos. Uno de los mayores obstáculos es la resistencia al cambio, que puede surgir tanto entre religiosos como entre laicos. Sin embargo, es crucial abordar estos temores con diálogo y transparencia, fomentando un espíritu de confianza y corresponsabilidad.
Por otro lado, la falta de recursos en algunas misiones es una realidad que limita nuestras posibilidades. En estas situaciones, la creatividad y las alianzas estratégicas son indispensables. La diversidad cultural y social de nuestras comunidades, aunque a veces desafiante, también enriquece nuestra misión, permitiéndonos crecer en empatía y adaptabilidad.
Oportunidades para innovar y crecer
Cada desafío trae consigo oportunidades para reavivar el espíritu misionero. La sinodalidad abre la puerta a una cooperación más profunda, donde la innovación se convierte en una herramienta poderosa. Por ejemplo, el uso de tecnologías digitales permite ampliar los horizontes de formación y evangelización, llegando a personas que, de otro modo, quedarían al margen.
Además, nuestro compromiso con la ecología integral, inspirado en la encíclica Laudato Si, puede convertirse en una expresión concreta de nuestra misión. Proyectos que integren el cuidado del medio ambiente y la justicia social en nuestras escuelas y parroquias son testimonio de cómo la misión sigue siendo actual y relevante.
El Año Misionero 2026, con su lema “¡Anunciad a Cristo donde podáis!”, será una oportunidad para revitalizar estas prácticas. El sínodo previsto permitirá a los misioneros compartir experiencias, reflexionar sobre los desafíos actuales y fortalecer el espíritu comunitario que es esencial para nuestra misión.
Un llamado urgente a reavivar la llama misionera
La misión es parte del ADN de la Orden de Agustinos Recoletos, pero necesita ser reavivada constantemente. El Proyecto de Vida y Misión no debe quedarse en un documento; debe ser vivido y adaptado a cada realidad local. Esto implica la creación de equipos de animación misionera y la formación continua de religiosos y laicos, asegurando que todos compartan el mismo espíritu y visión.
El Año Misionero 2026 será un momento clave para profundizar en nuestra identidad misionera. Será una invitación a todos los miembros de nuestra Orden, religiosos y laicos, a redescubrir la riqueza de nuestro carisma y a renovar nuestro compromiso con la evangelización.
La misión como núcleo de nuestra identidad
La misión no es solo un aspecto más de nuestra identidad como Agustinos Recoletos: es su núcleo. En un mundo que clama por esperanza y dirección, tenemos el privilegio y la responsabilidad de ser testigos del Evangelio. Reavivar el espíritu misionero significa caminar juntos, superar desafíos y aprovechar las oportunidades para innovar y crecer.
El Año Misionero 2026, con el lema “¡Anunciad a Cristo donde podáis!”, y el sínodo que lo acompañará, son una oportunidad única para fortalecer nuestra misión. Invito a todos los que forman parte de nuestra gran familia agustino recoleta a encender nuevamente esta llama. Religiosos y laicos, hombro a hombro, somos llamados a vivir nuestra misión con pasión, compromiso y fidelidad al carisma que hemos recibido. ¡La misión continúa siendo nuestra esencia y nuestra mayor responsabilidad!
(Artículo escrito por Fr. Ismael Xuruc para el Anuario 2024)