Desde una perspectiva crítica, resulta relevante observar cómo, en la práctica cotidiana, los docentes revisamos de forma constante los trabajos de nuestros estudiantes, atentos a la posibilidad de que hayan sido generados mediante herramientas de inteligencia artificial (IA). Este fenómeno nos conduce a una necesaria reflexión: ¿estamos involucrados en una competencia por mantenernos al ritmo de una tecnología que avanza aceleradamente, o somos realmente conscientes de que nuestra labor trasciende el uso instrumental de nuevas aplicaciones? Más allá de conocer su funcionamiento, es importante asumir el compromiso de capacitarnos y posicionarnos como agentes del cambio en el ámbito educativo.
Existe una tendencia generalizada a considerar que la tecnología debe integrarse, de manera permanente, en nuestras mediaciones pedagógicas. No obstante, esta postura puede ocultar una realidad más compleja: la tecnología, por sí sola, no garantiza un aprendizaje significativo. Para que esta integración sea verdaderamente efectiva, es imprescindible reconocer que el docente continúa siendo el principal mediador, facilitador y motor del cambio educativo. Solo a partir de esta conciencia profesional es posible evaluar de forma crítica y propositiva el impacto de la IA en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
El verdadero riesgo emerge cuando perdemos de vista el propósito de nuestra enseñanza y la forma en que la llevamos a cabo. En este sentido, el impacto de la inteligencia artificial en el sistema educativo debe ser cuidadosamente gestionado. Su implementación ha de orientarse al fortalecimiento del aprendizaje significativo, y no a su sustitución.
En manos de una docencia crítica, reflexiva y comprometida, la IA puede convertirse en una herramienta valiosa; de lo contrario, puede contribuir a desdibujar los principios pedagógicos fundamentales que guían nuestra labor.
«El maestro debe estar bien preparado para que su lenguaje clarifique las dudas y pueda proporcionar adecuadamente los signos necesarios para la enseñanza.» (San Agustín)