En la semana de Pentecostés, el autor reflexiona sobre el Espíritu Santo y su fuerza para el cristiano en el tiempo del coronavirus.
Antes de partir, Jesús dice a sus discípulos que aún le quedan muchas cosas por decirles y, a ellos muchas que aprender, pero que mejor se las guarda porque “no podéis cargar con ellas por ahora”. Deja esta tarea al Espíritu Santo, a ese Defensor y Consolador que da garantías de certeza porque es el Espíritu de la verdad plena. Tendrá la tarea de “comunicar lo que está por venir”. Tremenda tarea.
A más de uno de nosotros se nos viene a la cabeza en este momento en el que estamos el deseo de poder preguntarle al Espíritu Santo cuándo vamos a salir de esta situación de la pandemia, cómo va a ser eso que llaman ‘nueva normalidad’ pero que no sabemos de qué se trata porque tampoco nosotros podemos cargar con ello por ahora. También nuestro disco duro está repleto y colapsado y ya no podemos manejar más información sobre el COVID-19. Los noticiarios de televisión nos atiborran con el dichoso virus. Ayer leía en un periódico de la prensa generalista una reflexión de un psicólogo que advertía que la sobredosis de información entorno al coronavirus en su opinión, más que bien, hace daño, porque confunde más que lo que aclara y genera no poca angustia, estrés y desconcierto.
Pero, bueno, el Espíritu Santo no es epidemiólogo, y tampoco psicólogo, aunque de esto creo que tiene bastante porque varios de los dones que le acompañan cuando es derramado sobre cada uno de nosotros, tienen mucho que ver con esa rama de la ciencia.
Dos mil años después de aquello, Jesús sigue teniendo mucho que decir. Y lo ha venido diciendo a lo largo de los siglos transcurridos y aún le quedan muchas cosas en la recámara. No es que las vaya dosificando para administrar nuestro disco duro sin que llegue al colapso. No, se lo deja al Espíritu Santo; esa va a ser su tarea y a fe que la está haciendo bien.
Porque la Palabra de siempre, el Espíritu la hace nueva cada día. La clave para entender lo que Jesús aún no nos ha revelado no está en que seamos muy sesudos tratando, como si de la vacuna del covid 19 se tratara, de descubrir esas cosas ocultas que Jesús se guarda como un mago en su chistera.
Cuando nos dejamos iluminar por el Espíritu poniéndonos atentos a su escucha descubrimos la Verdad de Jesús que va misteriosamente encerrada en las entrañas de la realidad cotidiana.
Seguramente que muchos han experimentado en alguna ocasión, condicionados por la realidad particular de un momento determinado en su historia, releyendo un texto del evangelio de sobra conocido y reflexionado y que ya lo sabemos de memoria, les ha cogido con el pie cambiado y les ha sugerido cosas nunca antes tenidas en cuenta.
Esa es la novedad de la Palabra, cada día tiene algo nuevo que decirnos Jesús de Nazaret. Pero, para cargar con ellas necesitamos dejarnos iluminar y acompañar por el Espíritu de la Verdad plena.
También las cosas nuevas que a Jesús aún le faltan por decirnos nos llegan de la mano de unas personas que dan sentido a sus vidas metiendo coco a la reflexión teológica, tratando de intuir y de aclarar las cosas que Jesús aún no nos ha dicho porque con ellas no podemos cargar. Algunos de estos personajes, muy atrevidos fueron condenados, otros pasaron la prueba de la ortodoxia, pero todos intentaron hacer su servicio eclesial de la mejor manera y para la escucha del Espíritu. También a través de ellos el Espíritu nos va desvelando la verdad plena de Jesús que aún permanece oculta.
Que no se canse este Espíritu de seguir conduciendo sus pasos hacia es Verdad que esperamos y necesitamos, aunque no podemos cargar con ella porque nuestra disco duro está colapsado y necesita liberar espacio.
Miguel Ángel Ciaurriz OAR