Emitió la profesión religiosa en Valladolid y se ordenó de sacerdote en 1904. Tras haber trabajado varios lustros en la formación de los religiosos y en la enseñanza de la teología, en 1932 fue elegido provincial de la provincia de Filipinas. En el ejercicio de su cargo visitó todas las misiones de la provincia. En 1935 fue nombrado obispo de Teruel – Albarracín, donde desarrollo una intensa labor pastoral.
Al estallar la guerra, permaneció en Teruel, hasta que en 1938 fue capturado por los republicanos. Tras más de un año de prisión, fue fusilado en Pont de Molíns el 7 de febrero de 1939, junto con el vicario general de su diócesis, don Felipe Ripoll, rubricando con su sangre su fe en Cristo y su fidelidad a la Iglesia como religioso y pastor. Fue beatificado en 1995 por Juan Pablo II.