Pensamiento del Apr 02


Jn 18,1-19,42: Homilía de san Agustín (Comentarios al evangelio de san Juan, 117, 3)

“Afirma: Pues bien, se encargaron de Jesús y lo sacaron. Y, tras cargar sobre sí a la espalda la cruz, salió a ese lugar al que se llama «de la Calavera», en hebreo Gólgota, donde lo crucificaron. Al lugar, pues, donde había de ser crucificado iba cargado con su cruz Jesús. ¡Gran espectáculo! Pero, si lo contempla la impiedad, gran escarnio; si la piedad, gran misterio; si lo contempla la impiedad, gran ejemplo de ignominia; si la piedad, gran fortificación de la fe; si lo contempla la impiedad, se ríe de que, como vara del reinado un rey cargue con el madero de su suplicio, si la piedad, ve a un rey que para clavarse a sí mismo carga a la espalda el madero que iba a fijar también en las frentes de los de los reyes. A los ojos de los impíos iba a ser despreciado con eso en que iban a gloriarse los corazones de los santos. En efecto, al transportar a hombros su cruz misma, la encomiaba ante Pablo, que iba a decir: «Por mi parte, lejos de mí gloriarme a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Gál 6, 14), y llevaba el candelero de la lámpara que iba a arder, a la que no había que poner bajo el celemín (cf. Mt 5, 15).

Tras cargar, pues, sobre sí a la espalda la cruz, salió a ese lugar al que se llama «de la Calavera», en hebreo Gólgota, donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado; y a Jesús en medio. Esos dos, como hemos aprendido por el relato de los otros evangelistas, eran los bandidos con los que fue crucificado y entre los que fue clavado Cristo, acerca de lo cual una profecía pronunciada de antemano había dicho: Y fue contado entre los inicuos (Is 53, 12)”.

(Trad. de José Anoz, oar)


X