Los laicos agustinos recoletos de Panamá, encabezados por el hermano general Manuel José Paredes, han promovido este homenaje de todo el país a los religiosos cuando se cumplen 400 años de presencia en el Istmo. La distinción, por concederse sólo a personas, será a la memoria del misionero Bernardino García (1862-1937), un agustino recoleto muy influyente en los primeros años de historia de Panamá como país independiente.
El acto está previsto en la Cancillería de la República, ubicada en un edificio que funcionó como Colegio San Agustín entre 1954 y 1959. Curiosamente, en su fachada, aún se conserva el escudo de la Orden de Agustinos Recoletos que los frailes colocaron allí en 1954.El Vicecanciller de la República, Francisco Álvarez de Soto, presidirá la ceremonia en la que el prior general, Miguel Miró, tiene previsto agradecer la acogida de los panameños durante estos cuatro siglos de presencia agustino-recoleta. También agradecerá al presidente de la república, Ricardo Martinelli, este agradecimiento que hace el Gobierno Nacional a un religioso que, precisamente en 2012, celebraría los 150 años de su nacimiento. Y también aprovechará para recordar a todos los religiosos que han dejado su vida por las gentes de este país en la pastoral parroquial, las misiones y, sobre todo, en el campo de la educación.
Otros reconocimientos
Todo había empezado el 20 de septiembre de 2011 con el homenaje que la Universidad Católica Santa María la Antigua (USMA) tributaba a uno de sus fundadores, el padre Benjamín Ayechu, cuya biografía se presentó entonces. Cuatro meses más tarde, el 15 de enero, en el seno de la Tercera Asamblea de la Iglesia Panameña, el mismo Ayechu recibiría la condecoración Pro Ecclesia et Pontifice. Más recientemente, también en la USMA y en el salón “Padre Benjamín Ayechu”, el 5 de octubre tuvo lugar un congreso sobre la historia recoleta de Panamá. En fin, el día 16 de noviembre monseñor José Luis Lacunza, obispo agustino recoleto de David, recibía el doctorado honoris causa de la Universidad Autónoma de Chiriquí “por demostrar capacidad para mediar en conflictos nacionales”.
Estos reconocimientos en la Nación del Istmo están en la misma línea que otros que se han vivido en diferentes lugares, como los homenajes a la fundadora agustino-recoleta Antonia de Jesús (1612-1695), con motivo de los 400 años de su nacimiento, el pasado mes de junio; o el palio concedido, el 29 de junio, al arzobispo de Los Altos (Guatemala), monseñor Mario Molina, agustino recoleto; o el reconocimiento del también recoleto Félix Azcárate como “Padre del desarrollo cultural del Salcedo”, en la República Dominicana (1-3 noviembre); o la misma clausura, en fin, el día 10 de noviembre, del proceso de canonización de sor María Dolores del Amor de Dios, más conocida como Simi la Hebrea (1801-1887).
Todo ello se enmarca en el Centenario del reconocimiento de los agustinos recoletos como Orden independiente. Cuando el papa san Pío X así lo declaró por el breve Religiosas familias (16 septiembre 1912), proclamó que la nueva Orden era un organismo vivo y pujante, cuyo “desarrollo y prosperidad” él intentaba promover. Buena prueba de que la medida surtió efecto y los deseos de aquel Santo Pontífice se cumplieron, son los reconocimientos mencionados.
Renovación
Y no son importantes los honores. Lo que realmente cuenta es el plan de renovación en que la Orden está embarcada en los últimos años. Refiriéndose a uno de los momentos de la historia recoleta, san Pío X recordaba el fuego sagrado del Templo de Jerusalén, escondido al ir al destierro y reencontrado 70 años más tarde, según 2 Mac 1, 18-36. Esa sigue siendo hoy día la realidad de la Orden, entregada a la tarea de rescatar el fuego primitivo, de soplar sobre el rescoldo primero avivando la llama del Espíritu.