El pasado 28 de julio, domingo, la eucaristía presidida por el papa Francisco ponía broche de oro a la JMJ 2013. A continuación el Pontífice regresaba a Roma y la JMJ de Río de Janeiro pasaba a ser historia. Quedaba cerrado un espectacular capítulo de fe protagonizado por millones de jóvenes del mundo entero. A partir de entonces, los medios se harán eco del testimonio juvenil cristiano sólo en raras ocasiones. Lo cual no significa que la experiencia de fe de los jóvenes se haya desvanecido.
De hecho, entre los agustinos recoletos, es justamente después de la JMJ cuando más de manifiesto se pone la existencia de jóvenes inquietos y generosos. Tanto en España como en otros países en los que el curso académico termina en junio, los meses siguientes son tiempo de ordenaciones sacerdotales y profesiones de los votos de castidad, pobreza y obediencia.
Para siempre
Las primeras habían tenido lugar ya a fines de junio, el día 29: en Monachil (Granada, España) fueron ordenados diáconos cinco jóvenes recoletos (de Argentina, Brasil y Perú) que había profesado poco antes. El 4 de julio hubo una profesión en Cartago (Costa Rica). El 5 y el 6, ordenación sacerdotal y profesión, en Castelo (Brasil). El 20, dos ordenaciones presbiterales en Santo Domingo (República Dominicana). Ya coincidiendo con la JMJ, el día 27 de julio, un joven hondureño había hecho su profesión perpetua en Costa Rica. El 3 de agosto se ordenó sacerdote en su tierra un brasileño. Y lo mismo hacen en Monteagudo (Navarra, España), el domingo día 11, dos agustinos recoletos de nacionalidad china. El 17 de agosto tocará en Filipinas, donde se ordenarán tres diáconos. Y, en fin, un mes más tarde, el 14 de septiembre, harán lo propio en Querétaro (México) dos jóvenes mexicanos.
Nuevos religiosos
Toda esta vitalidad juvenil dispersa por el mundo, se podría sintetizar en la fiesta anual de Monteagudo (Navarra, España), que no es otra que la profesión de los novicios. Monteagudo es, puede decirse, la casa madre de la Orden, la que a los agustinos recoletos les permitió subsistir cuando todos sus conventos fueron suprimidos en el siglo XIX. En la actualidad, y desde hace muchos decenios, es casa noviciado, uno de los tres noviciados erigidos por la Orden, directamente regidos por el Gobierno General.
Este año la profesión ha tenido lugar el sábado 3 de agosto, en la misa vespertina. Profesaban ocho jóvenes, provenientes de Costa Rica, Brasil, Venezuela y Perú. Los concelebrantes eran casi 50, de toda procedencia; uno de ellos, monseñor Eusebio Hernández, obispo agustino recoleto de la diócesis vecina de Tarazona (Zaragoza). Los acompañaban otros religiosos, misioneras agustinas recoletas, hermanos de la Fraternidad Seglar, familiares y amigos en general.
Novicios
Los ocho jóvenes que pronunciaron y firmaron su compromiso de vida en castidad, pobreza y obediencia marcharon de Monteagudo para emprender en distintos lugares sus estudios eclesiásticos. Pero el convento navarro donde reposan los restos de san Ezequiel Moreno, no queda vacío: una nueva tanda de jóvenes decididos a seguir a Jesús comienza su año de preparación especial. Y no son pocos; los nuevos novicios son 17, que más que nunca representan la universalidad de la Iglesia: cuatro son mexicanos, tres venezolanos, dos brasileños, dos costarricenses y los demás todos de diferentes países (Puerto Rico, Estados Unidos, Perú, Nicaragua, China y España).
Sus dudas e ilusiones las comparten los otros 14 novicios de la Orden. Siete de ellos se encuentran en El Desierto de la Candelaria (Ráquira, Boyacá, Colombia), cuna de la Recolección americana; dos de ellos son brasileños, y los otros cinco colombianos. Y en el tercer noviciado de la Orden, en Filipinas (Antipolo City), maduran su vocación los otros siete novicios agustinos recoletos, dos de los cuales son nigerianos.