La celebración, que comenzó a las 3 de la tarde en la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación, en Quezon City, estuvo presidida por monseñor Sócrates Villegas, arzobispo de Lingayen–Dagupan y presidente de la Conferencia Episcopal Filipina. Concelebraron más de 60 sacerdotes, en su mayor parte agustinos recoletos de las comunidades de Manila, Quezon City, Antipolo, Cavite, Palawan y Cebú, aunque también había algunos sacerdotes seculares. Los recién ordenados provienen de muy distintas partes de Filipinas, de Norte a Sur.
“Que vean en vosotros a un pobre hijo de Dios, obediente a sus superiores y obispos”
Monseñor Sócrates comenzó la eucaristía pidiendo la bendición de la Inmaculada Concepción, patrona de Filipinas, sobre los diez ordenandos.
En su homilía destacó en primer lugar la bondad y amor de Dios, cuya prueba palpable es la Eucaristía. Resaltó la gran importancia que tiene la ordenación sacerdotal y recordó que los nuevos sacerdotes serán dispensadores de los sacramentos del propio Cristo Jesús. “Cuando la gente os vea, que recuerde el amor inconmensurable de Dios para su pueblo. Que vean en vosotros a un pobre hijo de Dios, obediente a sus superiores y obispos”, añadió.
Hizo, además, alusión a San Agustín repitiendo su conocida frase: “Tarde te amé, belleza siempre antigua y siempre nueva”; y aquella otra, no menos famosa: ”Nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. Y continuó diciendo que “no hay que tener miedo de nada, ni siquiera de la muerte. Solamente hay que tenerlo del pecado”.
Resaltó la importancia de la Cruz en todo el camino del sacerdocio y exhortó a no tener miedo a llevar esta cruz. Habló del sacramento de la Penitencia como un deber del sacerdote: recibir y escuchar a los penitentes. Y recordó que el destino último es siempre el cielo: “Si os destinan a las misiones, o a una parroquia o al seminario, a cualquier sitio que sea, adonde vais en realidad es siempre al cielo.”
El Presidente de la Conferencia Episcopal Filipina concluyó su homilía agradeciendo la oportunidad que se le daba de ordenar a los nuevos sacerdotes: “Os agradezco, dijo, que me hayáis hecho parte de esta fase tan importante de vuestra vocación sacerdotal”.
Bendición Apostólica
Después de más de tres horas, la ordenación concluía con la lectura de la bendición apostólica del Papa Francisco a los nuevos sacerdotes y a los asistentes a la celebración. A continuación el prior provincial, Dionisio Selma, tuvo el detalle de dar las gracias a los padres de los neosacerdotes. Después, el Secretario Provincial, en el ejercicio de su oficio, dio pública lectura a los protocolos en que se asignaba comunidad y ministerio a cada uno de ellos. Y, en fin, el acto se cerró con el tradicional “besamanos”.