El segundo número del programa de Formación Permanente de la Orden de Agustinos Recoletos de 2018 analiza el desapego que sienten los jóvenes a la Biblia y la Palabra de Dios. El artículo ha sido realizado por el agustino recoleto Luciano Audisio, quien propone al joven tiempos de silencio y oración al leer las Escrituras para así entender su significado
«Este año, 2018, está marcado para la Iglesia por el próximo sínodo de los obispos sobre los jóvenes, el cual tiene como objetivo mirarlos desde dos perspectivas muy concretas: la fe y el discernimiento. Dos realidades que en el hoy juvenil juegan un papel preponderante. Estamos en la sociedad de la llamada ‘post-verdad’, donde aquellos grandes trascendentales que trazaron gran parte de la historia de la humanidad parecen haberse escondido o haber sido olvidados por lo que el papa emérito, Benedicto XVI, llamaba ‘la dictadura del relativismo’. Ante esta realidad, la fe y el discernimiento para abrir caminos en este mundo son dos armas importantes que el joven podrá enfundar a fin de ver el mundo desde la óptica de lo que está llamado a ser, a partir del bautismo, por Dios.»
Así comienza el agustino recoleto Luciano Audisio el segundo artículo del programa de Formación Permanente de 2018, que el Instituto de Espiritualidad e Historia de la Orden de Agustinos Recoletos dedica este año a los jóvenes. En un artículo extenso y detallado, se destaca el desapego que sienten los jóvenes por la lectura de la Biblia. No obstante, su autor parte de la hipótesis de que es un texto relevante para el joven del siglo XXI.
Es la estructura y el lenguaje complejo que tiene la Palabra de Dios lo que hace desapacible la lectura para el joven, según indica Luciano Audisio. «Una de las principales dificultades que encuentra un joven, y el fiel cristiano en general, es la que genera un primer contacto con la Biblia. Se siente atraído, pero iniciar una lectura no siempre es fácil. Son muchos los datos, los nombres y, sobre todo, el salto de veinte siglos de distancia», dice. No acompañan los textos que realizan juicios de valor en un contexto histórico muy alejado de la realidad actual que rodea al joven.
Otras de las complicaciones que alejan a los jóvenes de la Biblia es el tiempo. Afirma Audisio que el joven actual busca respuestas -que se encuentran en las Escrituras- pero de forma rápida y clara. Sin embargo, se necesita «la categoría de la escucha» para que «cale hondo» un texto que, según el autor del artículo, es para lectores «atentos y con tiempo».
Por ello, el agustino recoleto propone dedicar tiempos de silencio y de oración al leer la Palabra de Dios. «A la lectura de la Biblia le faltará una parte esencial hasta que la Palabra no sea rezada, no sea respuesta a un Dios que se hace lenguaje y nos habla», dice.
Asimismo, asegura que los jóvenes no pueden leer la Biblia esperando encontrar fórmulas mágicas para la salvación. «Tomar la palabra en las manos y leerla no es cumplir con la letra de una serie de pasajes, como si fueran fórmulas matemáticas para superar un examen de ingreso al Reino de los cielos. No es eso. Tomar la Palabra de Dios en las manos exige disponerse a escuchar. Requiere hacer un silencio profundo en el interior para que la Palabra se haga camino en la espesura de la cotidianidad y se pueda escuchar su voz de forma clara y sin discusión», escribe.
Concluye diciendo que la lectura de la Biblia debe envolver al joven en todo su ser para que así suponga una transformación en su vida diaria.