El cambio generacional y social de los jóvenes obliga a que la Iglesia repiense su forma de transmitir el Evangelio a la juventud. El agustino recoleto Nicolás Vigo analiza los retos a los que se enfrenta la pastoral juvenil en el séptimo número del programa de Formación Permanente 2018
El Sínodo de los Obispos sobre los Jóvenes que la Iglesia celebrará en octubre de 2018 replanteará el papel que deben tener los jóvenes en la Iglesia. Para ello, antes hay que analizar cómo se les comunica actualmente el mensaje eclesial y cómo puede éste adaptarse a sus nuevas formas, entendiendo que los jóvenes de 2018 han cambiado respecto a décadas anteriores. Es lo que trata el agustino recoleto Nicolás Vigo en el séptimo artículo del programa de Formación Permanente: ‘Lenguajes pastorales. Repensar nuestra pastoral juvenil’. En apenas 20 páginas, el autor reconoce la desconexión actual que sufre la Iglesia respecto a los jóvenes, analiza su forma de ser y plantea posibles respuestas que adapten el Evangelio a la sociedad actual.
Comienza el artículo afirmando que existe «la necesidad de conocer las circunstancias que rodean a las personas para tener un conocimiento real y auténtico sobre ellas». En ese sentido, hay varias evidencias que se dejan claras al comienzo: los jóvenes «han modificado su forma de entender la vida y de concebir la realidad», lo que supone «una nueva forma de ver, sentir y entender la propia vida».
Nicolás Vigo se cuestiona «¿por qué los jóvenes se alejan de la Iglesia y se van por derroteros distintos, lejanos y opuestos a la Verdad?», una pregunta que también se realiza la pastoral juvenil. Para responder esta cuestión, pide «mirar desde dentro de la Iglesia con una actitud crítica, abierta». En esta línea, una de los posibles problemas en este asunto puede ser las palabras utilizadas -«algo pasa con nuestro mensaje», dice-.
Hay una serie de características de esta generación, nacida en la posmodernidad: hay un desencanto de la razón, tienen pluralidad, hay una disolución del sentido de la historia, han perdido el fundamento… ¿Esto quiere decir que son peores? El autor afirma que «es otra manera de entender la vida».
El artículo pone el acento en una cuestión relevante. Los jóvenes actuales son jóvenes digitales, que han nacido y han sido educados en la tecnología. Esto les hace tener unas características más propicias para el encuentro con la religión. En primer lugar, dice Nicolás Vigo que «buscan alguien que les hable con lenguaje positivo». Tienen inquietud por encontrar «algo que le de sentido a su existencia». Además, «son buscadores natos de la Verdad; en realidad buscan a Dios» y necesitan referentes en sus vidas. Al mismo tiempo, «poseen una especial sensibilidad por los temas sociales».
Son estos los motivos que llevan a Nicolás Vigo a afirmas que vamos hacia una nueva pastoral. Los predicadores «deben ser buenos comunicadores» y mostrarles a los jóvenes que los sacerdotes y los que siguen a Cristo no son personas amargadas. «Si modificáramos nuestras actitudes, cambiando las caras de amargados y serios por el leguaje de la alegría, los resultados de nuestra pastoral serían otros». El lenguaje, adaptado a esta nueva realidad, debe ser «claro, concreto y conciso». Textos cortos y directos, que reconforten a los jóvenes y no enfaticen en sus males, como indica que ocurre con el mensaje que se le puede estar dando actualmente.