Hace casi un siglo, un grupo de corazones comprometidos encendieron la llama de una misión que aún brilla con fuerza.
La historia se remonta a 1924, cuando un grupo de religiosos de la Provincia san Nicolás de Tolentino decidieron hacer realidad un sueño que había germinado durante tres siglos. Inspirados por figuras como San Francisco Javier, cuyo trabajo incansable en el Lejano Oriente atrajo a varias órdenes religiosas, los Agustinos Recoletos se aventuraron.
El camino no fue sencillo. Desde su partida a Filipinas en 1605 hasta sus intentos en Japón, su determinación por llevar el Evangelio los guió. Sin embargo, fue en 1924 cuando echaron raíces en China, marcando un hito que reverbera hasta nuestros días.
La chispa definitiva fue la carta apostólica «Grande y sublime misión» del Papa Benedicto XV en 1919. Este llamado a renovar el compromiso misionero recalca que la evangelización va más allá de los números, es un encuentro profundo con Cristo que trasciende barreras culturales.
El legado de los Agustinos Recoletos se basó en principios sólidos: la responsabilidad de todos en la misión de la Iglesia, la integración en otras culturas para llevar el Evangelio y la formación de nativos para el servicio sagrado.
El siglo XX fue un período clave, marcado por un cambio de paradigma en la evangelización gracias a los papas Benedicto XV y Pío XI. Este centenario no solo conmemora un logro histórico, sino que honra la dedicación, el sacrificio y la perseverancia de aquellos que llevaron el mensaje de Cristo a tierras lejanas.
¡Un año lleno de celebraciones! Los Agustinos Recoletos compartiremos historias, para compartirte las páginas de una historia viva que sigue resonando en los corazones de aquellos que continúan el legado de amor y fe.