En este tiempo de Navidad, es común ver cómo las parroquias y comunidades se llenan de personas: algunas buscan agradecer por el año vivido, otras desean comenzar bien el 2025, y otras acuden por la simple tradición de las fiestas navideñas. Independientemente de la motivación, lo cierto es que debemos seguir evangelizando y mostrando el misterio de amor y salvación que contemplamos en el Niño Jesús.
Por esta razón, entre tantos colores, sonidos, distracciones y promociones navideñas, también queremos acompañar este tiempo presentando el verdadero sentido de la Navidad. Queremos salir a nuestras calles, visitar a nuestros vecinos, bendecir y ser presencia en medio de tantas personas que quizás necesiten redescubrir que lo realmente importante está en lo pequeño, en lo sencillo y humilde de un portal de Belén.
Como parroquia, a lo largo del año hemos vivido muchas experiencias misioneras con la intención de ofrecer a nuestros fieles la oportunidad de anunciar a Cristo en los lugares públicos donde las personas transitan, venden y compran. En definitiva, se trata de revelar a este Cristo que también está allí, vivo y presente, actuando y transformando silenciosamente la vida de los demás en lo cotidiano.
Para concluir, no siempre es fácil salir de nuestras estructuras y zonas de confort. Esto implica la organización de personas, tiempos y espacios. Sin embargo, esta es la misión que nos corresponde como bautizados: anunciar a Aquel que nos llama y nos envía. Como nos insiste el Papa Francisco:
“Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades.”